El Padre Osvaldo Pol, jesuita, ex-alumno y actual profesor, escribió casi todos estos sonetos en esta, su casa. Algunos fueron ya publicados, otros aparecen por primera vez.
Las Facultades de Filosofía y Teología se alegran en presentar este libro de sonetos donde, en lenguaje poético, se expresa la sabiduría teológica, que es el fruto más valorado por la Compañía de Jesús en su esfuerzo académico.
Parece paradójico que un poeta hable, con lenguaje de la tierra, de destierros. Parece paradójico pero no lo es, porque la palabra poética tiene moradas de carne en el corazón del hombre y – a la vez – siente la pesantez de unas alas que todavía no han remontado su vuelo. Trabajoso dilema éste que expresa mística y poéticamente Santa Teresa: «¡qué duros estos destierros!»
San Miguel, 20 de junio de 1981, en el cincuentenario del Colegio Máximo de San José
Jorge Mario Bergoglio, S. J.
Rector
SABER PERDER… ¿ES LA SABIDURÍA?
Decir adiós un día y otro día…
Dar por perdido lo que fue logrado.
Sentir que el verbo amar nos ha mostrado,
el corazón de la melancolía…
Ya no será lo mismo la alegría,
para siempre, sabremos que a su lado,
hay una sombra, un tiempo demarcado…
una puerta cerrada a la porfía.
Y no debe importar, a lo acabado,
le quedan mil comienzos todavía…
Aunque oscuro y desolado ande el sol…
Decir adiós, negarse a la osadía
de pretender lo que nos fue negado…
Saber perder es la sabiduría.
LA EXPERIENCIA
La experiencia
consiste
en intentar que el pájaro regrese
desde el extremo opuesto de la noche
y pose su cansancio
sobre tu abierto pecho adolescente.
Lo tomas en tus manos,
lo acaricias,
extraes de sus alas todo el viento
y mientras él se entrega a lo innombrable
tú te dejas volar.
Es fácil la experiencia.
Lo difícil
es dar con el momento
que te permita asesinar al pájaro
sin morir a su lado de tristeza.
LA VIDA, LA VIDA ES
¿Por dónde puede la mañana asirse
y describir su vuelo la esperanza?
¿Por qué caminos la inquietud alcanza
la patria de la paz donde abatirse?
Sueñan los sueños cómo al viento unirse
y arribar a una lenta playa mansa.
La fiebre se hace fuego y no descansa
empujando la sangre hasta esparcirse.
Y la vida, la vida es este abrirse
hacia lo otro dolorosamente.
Es golpear en las puertas hasta herirse.
Es saber que la muerte torpemente
querrá cercarnos. Y a la vez sentirse
vivos por siempre, empecinadamente.