Poco después del éxito del esperadísimo lanzamiento del telescopio espacial JWST, algunos sitios de información informaron que la NASA habría contratado 24 teólogos para entender cómo las diversas confesiones religiosas de nuestro mundo reaccionarían a la noticia de la existencia de vida en el universo fuera de la Tierra. Entre las grandes expectativas de esta y otras misiones espaciales se encuentra, desde siempre en realidad, la del «descubrimiento» de pruebas biológicas de la existencia de otras formas de vida. Tanto que existe un amplio debate sobre el modo en que eventualmente sería comunicado. Cuestión que afecta el tema más general de la naturaleza misma de la ciencia y de la comunicación científica, puesta a prueba por la polarización en curso de las posiciones frente a la pandemia del Covid.
En cualquier caso, en lo que respecta a la NASA y los 24 teólogos, las cosas no son exactamente como fueron reportadas:
https://apnews.com/article/fact-checking-460963967383
https://twitter.com/APFactCheck/status/1476244949448503301
Pero es cierto que la agencia espacial estadounidense co-financió en el pasado el citado programa CTI de la Universidad de Princeton, finalizado en 2017, que incluía muchos teólogos. Entre ellos el jesuita Andrea Vicini, que escribió sobre esta experiencia para nuestra revista. ¿Qué se proponía este especial grupo interdisciplinar de investigación?
¿Qué es la astrobiología?
En primer lugar, el grupo de investigación del CTI intentó dar una definición a una ciencia naciente, la astrobiología. Para la NASA, la astrobiología es: «el estudio de los orígenes, la evolución, la distribución y el futuro de la vida en el universo». Para el astrobiólogo y teólogo Lucas Mix, «la astrobiología es el estudio científico de la vida en el espacio. Es lo que sucede cuando se reúne lo que dicen sobre la vida la astronomía, la física, la ciencia planetaria, la geología, la química, la biología y una serie de otras disciplinas, buscando ofrecer un único relato». Además, Mix afirma que «la astrobiología no estudia la vida alienígena». Se confunde a menudo a la astrobiología con la búsqueda de inteligencia extraterrestre (Search for Extraterrestrial Intelligence, SETI), que monitorea las radiaciones electromagnéticas para identificar posibles transmisiones o comunicaciones de hipotéticas civilizaciones alienígenas. Para Mix, «la astrobiología, en su conjunto, tiene una relación complicada con SETI».
¿Cómo investigar científicamente desde esta nueva ciencia?
Otro objetivo importante del proyecto del CTI era definir los criterios de investigación de la nueva ciencia, considerando las implicancias sociales y políticas que podría tener. Se identificaron cuatro características, más bien generales, cuya presencia puede contribuir a emprender de manera ética y socialmente meritoria la investigación: democratización, transparencia, accesibilidad y difusión. Estos cuatro principios se integran a una hermenéutica crítica que examina los objetivos y los proyectos.
¿Debería la «religión» sentirse amenazada por la existencia de vida extraterrestre?
Tal como sucedió después del lanzamiento del JWST, ciertos medios sostenían algunos años atrás que si la astrobiología descubriese otras formas de vida en el espacio, la existencia misma de las actuales religiones resultaría gravemente amenazada. Vicini cuestionó decididamente esta hipotética amenaza y propuso dos criterios para mantener un apoyo recíproco entre astrobiología y teología.