En este momento en que asumo el cargo de director de La Civiltà Cattolica – muy consciente de la responsabilidad que me ha sido confiada –, me dirijo en primer lugar a nuestros suscriptores y lectores, agradeciéndoles su confianza y apoyo. El Colegio de escritores – con su papel insustituible en la orientación de la revista –, los autores, el personal administrativo y el director están al servicio de los suscriptores y lectores. Ellos están en el centro de nuestro trabajo cotidiano y forman una comunidad cuyos vínculos deseamos fortalecer, al tiempo que profundizamos nuestro conocimiento mutuo.
A nuestros suscriptores y lectores queremos ofrecer una revista fiel a su historia, atenta a los problemas de nuestros días y abierta al futuro. Esto significa que continuaremos comprometiéndonos con una lectura cristiana de la sociedad contemporánea, en sintonía fiel y creativa con las posiciones del Romano Pontífice y de la Santa Sede. Es esta identidad, propia y reconocible, la que nos define como revista de cultura, con una historia que se acerca a los 175 años.
En un mundo dividido, herido y necesitado de sanación, paz y reconciliación, La Civiltà Cattolica se compromete a difundir un mensaje de esperanza, basado en una lectura profunda de la realidad que nos rodea y en el deseo de contribuir a la solución de los problemas que enfrenta la humanidad. Mirar lejos y tener la valentía de atender a horizontes amplios, sin dejarse confundir por la incertidumbre del mundo en que vivimos, es parte de nuestra misión. Nuestra mirada es la mirada de la catolicidad, por lo tanto, de la universalidad. Si bien es verdad que nuestra mirada es, en cierto sentido, «romana», no es menos cierto que esta cualidad nos ofrece un punto de observación amplio y la oportunidad de un encuentro fecundo entre «centro» y «periferia». La internacionalidad, la diversidad lingüística y la presencia en el mundo digital con la que se ha enriquecido La Civiltà Cattolica en los últimos años, son signos de este encuentro fecundo. P. Antonio Spadaro, que dirigió la revista durante 12 años, es el principal responsable de este impulso innovador, y a él va mi gratitud, nuestra gratitud, por su audacia en la apertura de nuevos caminos para llegar a nuevos lectores.
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Conscientes de la diversidad y complejidad de los problemas contemporáneos, queremos seguir siendo una revista que hable a todos. Por eso, en nuestra atención al mundo y en el diálogo con las culturas actuales, estamos al servicio de una Iglesia capaz de acompañar a los decepcionados, a los incomprendidos, a los que se sienten excluidos, a los más pobres, a los que necesitan ser escuchados y consolados. Estamos al servicio de una Iglesia valiente, fuerte en sus convicciones y alegre al presentarlas y, al mismo tiempo, humilde, consciente de sus propias limitaciones, capaz de reconocer las riquezas de los demás y dispuesta a escuchar y establecer canales de encuentro y comunicación. Estamos, y queremos estar, al servicio de una Iglesia que estimula y respeta a quienes buscan sinceramente la verdad, que para nosotros es Cristo mismo; nuestros talentos y recursos, aceptados con gratitud, están al servicio de su misión.
La Civiltà Cattolica, como obra cultural de la Compañía de Jesús, hace suyas las preferencias apostólicas universales formuladas por el P. Arturo Sosa, Superior General de la Compañía de Jesús, con quien la revista mantiene un vínculo especial. Estas preferencias se definen así: 1) «mostrar el camino a Dios a través de los Ejercicios Espirituales y el discernimiento»; 2) «caminar junto a los pobres, los excluidos del mundo, heridos en su dignidad, en una misión de reconciliación y justicia»; 3) «acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro de esperanza»; 4) «colaborar en el cuidado de la Casa Común». No menos importante es la voluntad de reconocer la colaboración con otros como el modo en que la Compañía de Jesús realiza hoy las misiones que le han sido confiadas, ante todo por la riqueza que expresa. En consecuencia, debe reafirmarse nuestro deseo de colaborar, no sólo, pero sí en particular, con las revistas culturales y las instituciones académicas dirigidas o confiadas a la Compañía de Jesús.
Este número de La Civiltà Cattolica se publica mientras se celebra la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, dedicada a reflexionar sobre el carácter sinodal de la Iglesia. Nuestro deseo, mientras rezamos por los participantes en el Sínodo y los saludamos, es que se fortalezca la conciencia de que la Iglesia es el pueblo de Dios que, agradecido por los dones recibidos del Padre, camina unido guiado por el Espíritu Santo. En este caminar juntos, nos enriquece la escucha recíproca y la esperanza compartida, y nos une el compromiso de testimoniar con alegría la presencia de Cristo resucitado en medio de nosotros.
En La Civiltà Cattolica sentimos también el mismo impulso de escucharnos unos a otros y de caminar juntos, implicando a la comunidad de lectores de la revista y a la comunidad de quienes la sueñan y la construyen cada día. De este modo, seremos fieles a lo que nos pidió el Papa Francisco, el 11 de febrero de 2017, en su saludo por nuestro número 4.000: «Que [La Civiltà Cattolica] siga siendo una revista puente, de frontera y de discernimiento».
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