Literatura

El «Cántico del hermano sol»

San Francisco confortado por un ángel músico, Museo de Bellas Artes de Ruan

En la Bula de convocación del próximo Jubileo de 2025, el Papa Francisco quiso recordar el Cántico del Pobrecillo de Asís, exhortándonos a «tener los ojos sencillos de san Francisco que, en su Cántico de las criaturas, escrito hace 800 años, veía la creación como una gran familia y llamaba al sol “hermano” y a la luna “hermana”»[1]. Desde el año pasado, la Familia franciscana, para conmemorar el piadoso tránsito de san Francisco, ha instituido una celebración que abarca un camino hasta 2026. En 2023 celebramos el aniversario de la aprobación definitiva de la Regla y del Pesebre de Greccio[2]; este año celebramos el recuerdo de los Estigmas y el Cántico del hermano Sol; en 2026 será el octavo centenario de la muerte de San Francisco.

En la literatura italiana, el Cántico es el texto poético más antiguo de autor conocido, y es a la vez oración, poesía, canto de alegría: «Es un destello repentino que inaugura la literatura italiana»[3], pero también es la «obra universal que mejor refleja la espiritualidad franciscana, y al mismo tiempo un mensaje de amor y paz que siempre ha mantenido su actualidad»[4].

Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.

2A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno de hacer de ti mención.

3Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.

4Y él es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.

5Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las has formado luminosas y preciosas y bellas.

6Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.

7Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.

8Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.

9Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.

10Loado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor,
y soportan enfermedad y tribulación.

11Bienaventurados aquellos que las soporten en paz,
porque por ti, Altísimo, coronados serán.

12Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.

13¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!:
bienaventurados aquellos a quienes encuentre en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal.

14Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad[5].

Ochocientos años atrás…

El Cántico del hermano Sol, también llamado Cántico de las criaturas[6], fue compuesto por san Francisco un par de años antes de su muerte: entre el invierno de 1224 y la primavera de 1225, con una adición un poco posterior[7]. Por lo tanto, se cumplen ocho siglos desde su composición.

El Santo se encuentra en San Damián para una estancia de unos cincuenta días: es el lugar de su conversión y también el monasterio de Clara y las primeras hermanas, quienes le eran particularmente queridas. Está casi ciego y sufre terribles dolores físicos, tanto que no puede dormir ni descansar. Su pequeña celda está infestada de ratones que lo afligen continuamente y lo molestan incluso en la oración[8]. Después de una noche de dolores y tormentos, pide ayuda al Señor para poder soportar con paciencia sus enfermedades. Francisco escucha la palabra de consolación de Dios, con una promesa: «De inmediato se le dijo en espíritu: “Hermano, dime: si alguien, a cambio de tus enfermedades y sufrimientos, te diera un tesoro grande y precioso, como si toda la tierra fuera oro puro y todas las piedras preciosas […] ¿no estarías muy feliz? […] Entonces, hermano, alégrate y regocíjate en tus enfermedades; a partir de ahora vive en serenidad, como si ya estuvieras en mi reino”»[9].

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A la mañana siguiente, Francisco llama a sus compañeros: «Quiero, para alabanza de Él, para mi consuelo y para edificación del prójimo, componer una nueva alabanza al Señor en relación con sus criaturas. Cada día usamos las criaturas y sin ellas no podemos vivir, y en ellas la humanidad ofende mucho al Creador. Y cada día nos mostramos ingratos por este gran beneficio, y no damos la alabanza, como deberíamos, a nuestro Creador y dador de todo bien». Y sentándose, se concentró para reflexionar y luego dijo: «Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor…». Y compuso la melodía, que enseñó a sus compañeros[10]. Así nace el Cántico, de la promesa de la salvación.

El Cántico del hermano Sol no es en sí una poesía, aunque así esté archivado en la literatura italiana, sino un canto, más aún, una oración cantada, cuya melodía fue compuesta por el mismo Francisco[11].

En los adjetivos que abren la alabanza, descubrimos quién es Dios para Francisco: es el Señor Altísimo, en el misterio, la trascendencia, la majestad y la realeza. Es el Omnipotente en su voluntad y poder, el creador que dio origen al universo y a la historia. Finalmente, es Bueno, porque es misericordioso con todos. El Señor está cerca y es benevolente con cada criatura: «Tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición». De repente, en un arrebato místico, el Cántico se dirige a Dios con el «tú»[12], no con el lenguaje familiar de quien habla con un amigo, sino con el de un hijo que alaba al Padre de todas las criaturas, que también es su propio Padre.

El Santo retoma esta doxología en otros textos: la Regla no bulada termina con la oración «Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios»[13]. Se subraya que solo a Dios le corresponden las alabanzas y que el hombre ni siquiera es digno de pronunciarlas: «La indignidad del hombre le impide nombrar a ese Dios que, sin embargo, debería alabar»[14]. Este límite humano en la alabanza divina es algo que Francisco recuerda en varias ocasiones: «Porque todos nosotros, miserables y pecadores, no somos dignos de nombrarte, imploramos suplicantes que nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo amado, en quien bien te complaciste (cf. Mt 17,5), junto con el Espíritu Santo Paráclito, te dé gracias por todos como a ti y a él os place, él que te basta siempre para todo y por quien tantas cosas nos hiciste. Aleluya»[15]. Por lo tanto, quien puede alabar a Dios dignamente es Jesús, el Hijo amado y obediente, mediante el cual fueron creadas para nosotros las maravillas del universo.

La alabanza de las criaturas

Del infinito, Francisco pasa a lo finito y temporal, con ese «mi Señor»: en el Cántico no se encuentra el nombre de Dios, que es sustituido por el de «Señor», como en hebreo Adonai, en griego Kyrios, en latín Dominus. De un corazón abierto al misterio del Altísimo y a las maravillas de sus criaturas surge la alabanza para el hermano Sol, porque el Sol «es la más hermosa de todas las criaturas y es la que más se puede asemejar a Dios»[16], «tanto que en la Escritura el mismo Señor es llamado Sol de justicia»[17]. El Sol «no es solo la primera [de las criaturas], sino que [todo] el Cántico se coloca […] bajo el signo del Sol»[18]. Luego se mencionan la Luna y las estrellas, y lo que tradicionalmente forma el cosmos: el aire y el agua, el fuego y la tierra. Todo es nombrado en parejas, en las que un masculino se une «fraternalmente» a un femenino.

El Cántico se nutre del lenguaje de la Biblia y de la liturgia: Francisco se inspira en los Salmos, en particular el Salmo 148 («Aleluya. Alabad al Señor de los cielos…»), en el Cántico de los tres jóvenes de Daniel (Dn 3,52-90) y en el Apocalipsis[19].

Junto a la belleza de las criaturas, el Santo presta atención a su utilidad. El Sol nos ilumina con su belleza y esplendor[20]; de la Luna y las estrellas se alaba su tenue claridad: «las has formado luminosas»[21]; pero también se dice que son preciosas y bellas. Del Agua se proclama su beneficio y su valor único para la vida entre todas las criaturas: es preciosa; pero no se olvida su humildad, ya que desciende de lo alto, ni su «casta» transparencia cristalina. El Fuego, hermoso, alegre, robusto y fuerte, ilumina la noche y nos calienta con su calor. La Tierra, hermana y madre, nos alimenta y produce diversos frutos para el sustento.

Antes de Francisco se decía que los hombres debían dominar y hacer fructificar la tierra; ahora se da un cambio de perspectiva, ya que «la tierra no domina: como buena madre, sustenta y gobierna»[22]. No falta una mención a las flores y la belleza de sus colores que dan alegría[23], e incluso a la hierba, necesaria para la vida de los animales. Finalmente, detrás del servicio que cada criatura brinda al hombre, resplandece el rostro amoroso del Padre.

Del Sol también se dice: «de ti, Altísimo, lleva significación». La fórmula, sumamente eficaz, ofrece además «un criterio para interpretar el significado de cada criatura, que tiene un valor simbólico, porque lleva significación de Dios»[24]. Cada don remite a su donador, cada criatura lleva en sí la impronta de su Creador. La referencia al primer capítulo del Génesis no es simplemente un recuerdo, sino una memoria del corazón, vivida en las palabras y en las obras. De este modo, toda la creación es un signo de Dios, y debemos amarla y disfrutarla, pero nunca usarla como algo propio. «Francisco, a propósito del intercambio de cosas entre los hombres, […] habla a menudo de “restitución”[25], no de “donar”. Se restituye algo, un bien del que se ha disfrutado amablemente, pero que no es nuestro. Aquí está el origen del sentido de la pobreza franciscana, que nunca debe confundirse con el desprecio. Al contrario, la pobreza, un disfrute del mundo como “signo”, está fundada en la conciencia del valor “otro”, excedente de poderes y deseos, de las cosas y realidades. El sol, […] porque ilumina y nutre todo, es un portador de la significación de Dios»[26].

En la inmensa literatura sobre el Cántico, se debe al fraile menor Éloi Leclerc «el intento más radical de interpretar la alabanza cósmica de Francisco como “la expresión de una comunión profunda con el mundo y, al mismo tiempo, el lenguaje simbólico de una aventura espiritual que se desarrolla en la noche del alma”, incluida la experiencia nocturna de la cual nace la alabanza a Dios cum tutte le […] creature»[27].

¿Cómo interpretar la alabanza «por» las criaturas?

Algunos autores se preguntan cómo interpretar ese «por». ¿Qué valor darle a la alabanza «por» la Luna? ¿Es un «por» instrumental, a través de la Luna, o bien causal, a causa de la Luna? ¿O incluso de agente, por parte de la Luna? El primer caso recuerda el uso presente en la lengua latina, que el Santo conocía por las oraciones litúrgicas — por ejemplo, per Christum Dominum nostrum—, por lo que se alaba a Dios a través de sus criaturas. Ese «por» también podría interpretarse como un cum, es decir, junto con todas las criaturas, con una participación apasionada.

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En cambio, con el «por» causal se alaba a Dios por razón de las criaturas. El franciscano Carlo Paolazzi, curador de una edición crítica de los escritos del Santo, se inclina por el primer caso, tanto en las Fonti Francescane como en el volumen sobre el Cántico del hermano Sol, en el sentido de que, «frente a su propia reconocida indignidad para cantar al Señor y las maravillas que Él ha realizado, Francisco hace un llamamiento a la comunión creatural, renovando la festiva invitación del salmista: “Bendigan al Señor, todas sus obras” (Sal 102,22), “Te alaben, Señor, todas tus criaturas” (Sal 144,10)»[28]. El fraile menor Cesare Vaiani, por su parte, sostiene que no es necesario limitarse a un solo significado, ya que «la alabanza ve en las criaturas el motivo de la misma alabanza, pero también en ellas los instrumentos de la alabanza, los cantores del agradecimiento»[29]. De hecho, en el propio Cántico pueden reconocerse ambos usos: el causal («aquellos que perdonan por tu amor») y el instrumental («por el cual nos alumbras»)[30]. Por último, el medievalista Jacques Dalarun subraya la ambigüedad de la preposición «por», que llevaría «a privilegiar la hipótesis de la polisemia: por tendría entonces todos estos significados simultáneamente. […] El debate también ha girado en torno al significado de la preposición cum («con») en la estrofa dedicada al sol: Laudato sie, mi’ Signore, cum tutte le tue creature»[31].

Hermano y hermana

Más adelante, hermano Viento es una imagen desnuda y se celebra en sus manifestaciones: aire y nubosidad, serenidad y todo tipo de clima. Tanto el buen tiempo como el mal tiempo. Por paradójico que parezca, el Cántico del hermano Sol se transforma en una alabanza a todo tiempo. Todo tiempo que el Señor envía, con la variación del clima, sostiene a sus criaturas.

En el Cántico, varias veces se repite el término «hermano» o «hermana» de una manera nueva en la literatura espiritual y completamente inusual en los autores anteriores: hermano Sol, hermana Luna, hermano Viento, hermano Fuego, hermana nuestra madre Tierra, hermana nuestra Muerte corporal. Esta atribución define una relación original con las criaturas: «Ya no se trata del dominio del hombre sobre la creación, sino de un vínculo de fraternidad que evoca más bien una igualdad. Es un apelativo que, sin embargo, invita a la reflexión y suscita preguntas: ¿en qué sentido se puede hablar de una relación fraterna con las criaturas? ¿El título de hermano/hermana no debería estar reservado solo para los seres humanos?»[32].

En los textos hagiográficos anteriores a Francisco se encuentran relatos de santos en relación con algunos animales: estos «quieren demostrar que en el santo se realiza un regreso a la situación de inocencia primitiva (el Edén)»[33]. Viene a la mente la leyenda de San Jerónimo y ese león que siempre se representa a su lado, pero la relación entre ambos siempre es de superioridad, de domesticación, nunca de igualdad. Incluso los primeros biógrafos de Francisco, aunque notan la novedad, no son capaces de captar la originalidad de la fraternidad del Pobre de Asís con el mundo entero: «Llama hermano a todos los animales, aunque en cada especie prefiere a los mansos»[34]. Vaiani comenta: «una especie de fraternidad cósmica que es posible gracias a la condición común de criaturas ante el único creador»[35].

Una razón de tal fraternidad es el asombro de Francisco ante la belleza y generosidad que nos llegan a través de los dones de Dios y su gran amor por todo el universo. Tomás de Celano señala: «¿Quién podría describir su inefable amor por las criaturas de Dios y con cuánta dulzura contemplaba en ellas la sabiduría, el poder y la bondad del Creador? Precisamente por este motivo, cuando miraba el sol, la luna, las estrellas del firmamento, su alma se llenaba de un gozo indescriptible»[36]. Así como los tres jóvenes arrojados por Nabucodonosor en el horno ardiente alababan y glorificaban al Creador del universo, de la misma manera Francisco, «lleno del espíritu de Dios, nunca se cansaba de glorificar, alabar y bendecir, en todos los elementos y en todas las criaturas, al Creador y Gobernante de todas las cosas»[37]. Según Dalarun, «para el autor del Cántico del hermano Sol, el amor por las criaturas tiene su origen en una fraternidad que deriva, a su vez, de una filiación común de todas las criaturas de un único Padre»[38].

La alabanza por el perdón

La segunda parte del Cántico – las últimas estrofas (10-13) – habría sido compuesta posteriormente, pero una lectura más atenta de la Compilación de Asís, que se refiere a estos pasajes de Francisco enfermo, podría sugerir que la referencia a la enfermedad ya formaba parte de la composición y que, por lo tanto, la única adición se encontraría en el versículo: aquellos que perdonan por tu amor. La benevolencia de Dios, presente en todas las criaturas, está viva y opera también en la conciencia del hombre, impulsándolo a la misericordia[39] y al perdón[40]. Sin embargo, este perdón debe estar vinculado a un extraordinario episodio evangélico de la vida del Santo: la reconciliación entre el obispo de Asís y el podestà. Francisco hizo convocar a los dos contendientes en el claustro del obispado y envió a dos frailes a entonar el Cántico en su presencia: fue la ocasión para la reconciliación y la paz[41]. De esta manera, Francisco transforma en himno de alabanza el perdón entre el obispo y el podestà, iluminándolo con la palabra de Dios: Bienaventurados aquellos que las soporten en paz, porque por ti, Altísimo, coronados serán. Es una referencia a la carta de Santiago (1,12): «Bienaventurado el hombre que soporta la prueba, porque después de haberla superado, recibirá la corona de vida».

En cualquier caso, los versículos sobre el perdón y el sufrimiento están conectados por la capacidad de aceptar a las personas a través del perdón y de soportar los eventos oscuros de la vida, tales como las enfermedades, la ceguera, las injusticias y los imprevistos. Es «el más directo y sufrido pasaje autobiográfico de todo el Cántico»[42]. Francisco sabe transfigurar su propio dolor y la enfermedad en alabanza divina: ya está casi ciego, pero también está espiritualmente afligido por los malentendidos que han surgido al interpretar el ideal de fraternidad entre sus compañeros[43]. Sin embargo, parece no manifestar nada de su interior.

En varios textos del Santo, la capacidad de sostener y soportar los sufrimientos y las enfermedades está relacionada con la paz. Así lo señala en las Admoniciones: «Son verdaderamente pacíficos aquellos que en todas las cosas que soportan en este mundo, por amor a nuestro Señor Jesucristo, conservan la paz en el alma y en el cuerpo»[44]. Lo mismo sucede en la exhortación Audite, poverelle, casi contemporánea del Cántico: «Las que están por enfermedad gravadas y las otras que por ellas están fatigadas, unas y otras soportadlo en paz»[45]. Aquí, la cercanía al Cántico es aún más notable por la relación entre las enfermas y el esfuerzo por cuidar a las enfermas, entre soportar enfermedades y fatigas, y la paz[46]. A veces se piensa que las dificultades de la vida y los sufrimientos son un impedimento para hacer la paz o para vivir en paz: para Francisco, sin embargo, pueden convertirse en la ocasión para reconciliarse con uno mismo y con los hermanos, porque él ve todo a la luz del Evangelio y de las realidades últimas.

«Nuestra hermana la muerte corporal»

La alabanza a Dios por nuestra hermana la muerte corporal es el aspecto más original de todo el Cántico. Francisco, enfermo, ya ciego y víctima de atroces dolores, se encuentra frente a su propia muerte y la acepta: es el momento más dramático en la vida de una persona, y el Santo lo vive como una oportunidad para alabar al Señor. La alabanza no oculta nada del terrible paso y lo sugiere a través de ese inciso – de la cual ningún hombre viviente puede escapar –, y sin embargo él lo vive como una razón adicional de gratitud: en la fe, la muerte es el encuentro con el Señor, es devolver al Altísimo el mismo don de la vida.

En la biografía de Celano destaca la invitación gozosa de Francisco a la muerte «para ser su huésped: “¡Bienvenida, mi hermana Muerte!”»[47]. Al respecto, la Compilación de Asís menciona el desconcierto de fray Elías por la alegría que el Santo sentía a pesar del duro sufrimiento y la enfermedad: «¿Cómo es posible que alguien, cercano a morir, demuestre tanta alegría? ¡Debería estar pensando en la muerte!». Francisco le recuerda que ya desde hace tiempo se estaba preparando para la muerte, y luego, con gran fervor, continúa: «Hermano, deja que me regocije en el Señor y en sus alabanzas en medio de mis dolores, pues, con la gracia del Espíritu Santo, estoy tan estrechamente unido a mi Señor que, por su misericordia, puedo bien alegrarme en el Altísimo»[48].

No falta una mención vívida y aterradora para aquellos que morirán en pecado mortal – es un tema típico de la predicación penitencial de Francisco[49] –, pero también una bienaventuranza para quienes mueren en comunión con el Señor, ya que la muerte segunda no les hará mal. La referencia al Apocalipsis – «la segunda muerte no dañará al vencedor» (Ap 2,11) – ilumina la muerte de quienes, durante toda su vida, han tratado de poner en práctica la voluntad del Señor[50].

«Francisco, hombre de verdadera alegría»

El Cántico del hermano Sol termina con la alabanza de toda la humanidad: Load y bendecid a mi Señor, y dadle gracias y servidle con gran humildad. Los verbos en imperativo indican la «reintegración de la humanidad en la alabanza universal»[51]. Esta ocurre en el servicio humilde y sencillo, cuando, «en la decisión de hacerse resueltamente “menor”, que exorciza las pulsiones de dominio, el hombre reconciliado con la creación finalmente recupera el derecho de nombrar al Altísimo»[52].

El Cántico del hermano Sol podría definirse como la solemne alabanza a Dios por la fraternidad universal que desborda de la plenitud del alma de Francisco. A pesar del dramático momento que está viviendo debido a la enfermedad, los sufrimientos y la ceguera, «la alabanza y la gloria de Dios se han convertido en el “todo” de la persona y la vida de Francisco»[53]. El Pobrecillo es verdaderamente «el hombre “hecho oración”»[54]: conocemos su canto, su elevación, y lo sabemos «hombre de verdadera alegría»[55], pero también «verdadero hombre», que expresa todo su sufrimiento y lo atraviesa por completo. En él están los signos de la comunión con el Señor crucificado y resucitado, de la plenitud de Dios que ha aprendido a encontrar en todas partes, en el Creador y en las criaturas, dentro de sí mismo y a su alrededor, en la tierra y en el cielo, en lo visible e invisible, en las personas y en los seres animados, en quien lo quiere bien y en quien lo quiere mal. Nos ha dicho con sencillez quién es el Altísimo, y nos lo ha dicho cantando y danzando.

A los frailes que, después de la predicación, cantaban las Alabanzas, como juglares, Francisco les pedía que al final dijeran al pueblo: «Somos los juglares del Señor, y la recompensa que deseamos de ustedes es esta: que vivan en la verdadera penitencia». Luego añadía: «¿Qué son los siervos de Dios, sino sus juglares que deben conmover el corazón de los hombres y elevarlo a la alegría espiritual?»[56].

  1. Francisco, Spes non confundit, 9 de mayo de 2024, n. 4.
  2. Cf. G. Pani, «San Francisco: el pesebre de Greccio», en La Civiltà Cattolica, 8 de diciembre de 2023, https://www.laciviltacattolica.es/2023/12/08/san-francisco-el-pesebre-de-greccio/
  3. J. Dalarun, Il Cantico di frate Sole. Francesco d’Assisi riconciliato, Milán, Edizioni Biblioteca Francescana, 2015, 103; Id., Corpus franciscanum. Francesco d’Assisi: corpo e scrittura, ibid., 2023, 25.
  4. A. Mazziotti, Il Cantico di Frate Sole di Francesco d’Assisi, Arezzo, Helicon, 2014, 7.
  5. Francisco de Asís, s., Cántico del hermano Sol, en Escritos completos de San Francisco de Asís, Directorio franciscano, https://www.franciscanos.org/esfa/escritossf.html#cant. Todos las citas de San Francisco en este artículo proceden de esta edición digital. Cuando no fue posible encontrar la fuente, remitimos a la versión italiana que provee el artículo original (Nota del traductor).
  6. Pero San Francisco quiso titularlo Cántico del hermano Sol, cf. Compilazione di Assisi: Fonti Francescane [=FF] 1615.
  7. Para algunos estudiosos, basándose en las Compilaciones de Asís, el Cántico habría sido escrito en la primavera de 1225. Cf. C. Paolazzi, Il Cantico di frate Sole, cit., 36; 33: J. Dalarun, Il Cantico di frate Sole…, cit., 29; A. Mazziotti, Il Cantico di Frate Sole di Francesco d’Assisi, cit., 20.
  8. Compilazione di Assisi, 83: FF 1614. La pequeña celda es quizá contigua a la parte de la iglesia habitada por el sacerdote y luego por los hermanos capellanes de las hermanas. Dalarun se pregunta por qué Francisco, hermano de toda criatura, apreciaba tan poco la compañía de los ratones… La respuesta es interesante: «No me había dado cuenta de que la molestia narrada por la Compilación de Asís sirve de preludio necesario a la composición del Cántico del Hermano Sol. Es como la premisa del Testamento: “Cuando estaba en pecado, me parecía demasiado amargo ver leprosos”» (J. Dalarun, Il Cantico di frate Sole…, cit., 89).
  9. Compilazione di Assisi, 83: FF 1614. Cf. también Tomás de Celano, Memoriale nel desiderio dell’anima, 160: FF 802.
  10. Compilazione di Assisi, 83: FF 1615.
  11. Cf. J. Dalarun, Corpus franciscanum…, cit., 104, con la foto al costado del manuscrito 338, el más antiguo, en el que se ha dejado un espacio abajo para la anotación musical del canto.
  12. Cf. D. Rondoni, «La voce del Cantico, la voce di chi», en G. Bormolini – D. Rondoni, Vivere il Cantico delle creature. La spiritualità cosmica e cristiana di san Francesco, Padova, Messaggero, 2024, 81.
  13. Francisco de Asís, s., Regla no bulada, 23,1. Que se hacen eco de las doxologías de Ap 4,11 y 5,12.
  14. J. Dalarun, Il Cantico di frate Sole…, cit., 43.
  15. Francisco de Asís, s., Regla no bulada, 23,5.
  16. Compilazione di Assisi 83: FF 1615.
  17. Specchio di perfezione 119: FF 1819.
  18. É. Leclerc, I simboli dell’unione. Una lettura del «Cantico delle Creature» di san Francesco d’Assisi, Padova, Messaggero, 2012, 69.
  19. Cf. J. Dalarun, Il Cantico di frate Sole…, cit., 47.
  20. Cf. la alusión a 1 Cor 15,41: «uno es el resplandor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas».
  21. En italiano se usa el adjetivo clarite, que es muy poco frecuente en italiano antiguo, hasta el punto de que su autenticidad se debatió en el pasado, aunque estaba atestiguada en los mejores códices. Sin embargo, podría ser una referencia a la propia Clara, una conexión ya presente en la tradición. Francisco está en San Damián, las hermanas lo atienden y rezan por él (cf. A. Oxilia, Il Cantico di Frate Sole, Florencia, Nardini, 1984, 48-52; 180); y es precisamente en San Damián donde se compone el Cántico (É. Leclerc, I simboli dell’unione…, cit., 95-98).
  22. J. Dalarun, Il Cantico di frate Sole…, cit., 55.
  23. Según Luigi Foscolo Benedetto, las «flores de colores» son el único elemento del Cantico que no remite a algún pasaje de la Biblia (cf. A. Oxilia, Il Cantico di Frate Sole, cit., 147, nota 15). Sin embargo, Tomás de Celano ha conjeturado que las flores de colores remiten a la Flore que nace de la raíz de Jesé: el Señor Jesús (cf. Tomás de Celano, Vita del Beato Francesco, 80: FF 460).
  24. C. Vaiani, Storia e teologia dell’esperienza spirituale di Francesco d’Assisi, cit., 377.
  25. Cf. los diversos ejemplos de restitución en el don hecho a los pobres en FF 674 (el manto para un pobre), FF 679 (el don a una pobre mujer que, como Francisco, sufría de los ojos), FF 1143 (la restitución del manto propio a un necesitado), FF 1354 (el don como restitución de lo que pertenece a los pobres), etc.
  26. D. Rondoni, «La voce del Cantico, la voce di chi», cit., 91.
  27. É. Leclerc, Il Cantico delle creature ovvero i simboli dell’unione. Un’analisi di san Francesco d’Assisi, Turín, SEI, 1971, 52. Cf. C. Paolazzi, Il Cantico di frate Sole, cit., 40.
  28. Francisco de Asís, s., Fonti Francescane, cit., 179, nota 8; Il Cantico di frate Sole, cit., 69.
  29. C. Vaiani, Storia e teologia dell’esperienza spirituale di Francesco d’Assisi, cit., 377.
  30. Ibid.
  31. J. Dalarun, Il Cantico di frate Sole…, cit., 61-63, y agrega: «Por coherencia con los otros tres usos del “por”, es de preferir el valor instrumental» (ibid., 62). Cf. Id., Corpus franciscanum…, cit., 24.
  32. C. Vaiani, Storia e teologia dell’esperienza spirituale di Francesco d’Assisi, cit., 378.
  33. Ibid.
  34. Tomás de Celano, Memoriale nel desiderio dell’anima, 165: FF 750.
  35. C. Vaiani, Storia e teologia dell’esperienza spirituale di Francesco d’Assisi, cit., 378.
  36. Tomás de Celano, Vita del Beato Francesco, 80: FF 458.
  37. Ibid., FF 459.
  38. J. Dalarun, Corpus franciscanum…, cit., 46. Dalarun hace referencia a la Vita del beato padre nostro Francesco, de Tomás de Celano, encontrada por él, que todavía no forma parte de las Fonti Francescane.
  39. Cf. Francisco de Asís, s., Carta a un ministro: «quiero conocer si tú amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo, si hicieras esto, a saber, que no haya hermano alguno en el mundo que haya pecado todo cuanto haya podido pecar, que, después que haya visto tus ojos, no se marche jamás sin tu misericordia, si pide misericordia».
  40. Cf. Id., Admoniciones 9: «Dice el Señor: Amad a vuestros enemigos, [haced el bien a los que os odian, y orad por los que os persiguen y calumnian] (Mt 5,44). En efecto, ama de verdad a su enemigo aquel que no se duele de la injuria que le hace, sino que, por amor de Dios, se consume por el pecado del alma de su enemigo. Y muéstrele su amor con obras».
  41. Cf. Compilazione di Assisi, 84: FF 1616. Cf. C. Vaiani, Storia e teologia dell’esperienza spirituale di Francesco d’Assisi, cit., 379. El motivo de la disputa es la excomunión del obispo al podestá de Asís. Este último – según se documenta en la Compilación – «hizo proclamar […] que nadie debía vender al obispo ni comprarle nada ni hacer contratos con él. Hasta tal punto habían llegado a odiarse» (ibid.; otros datos en Specchio di perfezione 101: FF 1800). Parece que el podestá, padre de una hermana de San Damián, fue uno de los partidarios más activos de Clara de Asís (cf. J. Dalarun, Il Cantico di frate Sole…, cit., 68).
  42. C. Paolazzi, Il Cantico di frate Sole, cit., 94.
  43. Cf. R. Manselli, San Francesco, Roma, Bulzoni, 1982, 257 s.
  44. Francisco de Asís, s., Admoniciones 15.
  45. Id., Audite, poverelle 9-11.
  46. Cf. C. Vaiani, Storia e teologia dell’esperienza spirituale di Francesco d’Assisi, cit., 379.
  47. Tomás de Celano, Memoriale nel desiderio dell’anima, 217: FF 809.
  48. Compilazione di Assisi, 99: FF 1637.
  49. Cf. por ejemplo, sus Cartas a los fieles.
  50. Cf. C. Vaiani, Storia e teologia dell’esperienza spirituale di Francesco d’Assisi, cit., 400-402.
  51. J. Dalarun, Il Cantico di frate Sole, cit., 88.
  52. Ibid.
  53. C. Paolazzi, Il Cantico di frate Sole, cit., 57.
  54. Ibid, 32. La expresión remonta a Tomás de Celano, Memoriale nel desiderio dell’anima, 95: FF 682.
  55. Francisco de Asís, s., Verdadera alegría.
  56. Compilazione di Assisi, 83: FF 1615.
Giancarlo Pani
Es un jesuita italiano. Entre 1979 y 2013 fue profesor de Historia del Cristianismo de la Facultad de Letras y Filosofía de la Universidad de La Sapienza, Roma. Obtuvo su láurea en 1971 en letras modernas, y luego se especializó en la Hochschule Sankt Georgen di Ffm con una tesis sobre el comentario a la Epístola a los Romanos de Martín Lutero. Entre 2015 y 2020 fue subdirector de La Civiltà Cattolica y ahora es escritor emérito.

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