SOCIOLOGÍA

Facebook cumple 20 años:

cómo ha cambiado la amistad

© Tony Webster/Wikimedia

Como con un vecino conocido desde hace tiempo, nos sorprendemos al descubrir que Facebook tiene 20 años. En este caso, lo que nos sorprende es el hecho de que sea tan joven, ya que parece que ha existido siempre. La empresa, fundada en 2004, creció rápidamente en las dos décadas siguientes, y de su formato inicial como servicio dirigido a estudiantes universitarios en Estados Unidos, pasó a convertirse en una herramienta ofrecida al mundo entero. Pero alguien podría permanecer perplejo si se le preguntara qué puede celebrarse después de estos 20 años.

¿Qué es Facebook? Es una empresa, pero también un producto. La primera, muy conocida, ha sido objeto de textos académicos y periodísticos, e incluso de una película[1]. Después de alcanzar altos valores en la bolsa, la empresa creó nuevas divisiones y adoptó el nombre de «Meta». El producto, por su parte, aunque también es muy conocido y ampliamente utilizado, en realidad es poco comprendido: «Para un sorprendente número de personas en todo el mundo, Facebook se ha vuelto una parte tan común de la vida cotidiana que apenas se detienen a reflexionar sobre su rol»[2]. Según Andrew Bosworth, uno de sus directivos, Facebook existe «para conectar a las personas»[3], y lo hace muy bien. Para establecer esas conexiones, a diferencia de otros sitios de redes sociales, Facebook requiere que los usuarios usen sus nombres reales, y esta es una de las razones a las que se suele atribuir su éxito. La relación con Facebook se les hace a los usuarios tan natural como su identidad diaria.

Este artículo examinará Facebook (el producto) en tanto medio de comunicación, intentará captar su naturaleza aplicando un paradigma de comunicación tradicional, comprender su funcionamiento a través de sus consecuencias no deseadas, y finalmente propondrá algunas reflexiones sobre el cambio que Facebook ha provocado en el mundo de los medios.

Un ente de comunicación

Para comprender realmente qué es Facebook no basta con la familiaridad: es necesario entender algo que concierne a la propia naturaleza de una forma de comunicación. Como medio de comunicación, Facebook es a la vez nuevo y no tan nuevo. No fue el primer sitio de redes sociales, ni las redes sociales son algo que nació con Internet: desde siempre las personas han cultivado grupos de amigos, se mantienen al tanto de sus vidas, hacen planes juntos, hablan de conocidos en común, se informan sobre tendencias y más; todas estas son actividades que también se pueden realizar en Facebook. Las historias de la empresa reconocen de inmediato las fuentes originales de muchas de las ideas fundamentales de Facebook, pero esta herramienta ha logrado integrar mejor estos elementos y responder más rápidamente a las necesidades de los usuarios[4].

Desde el punto de vista de la comunicación, podemos entender mejor el lugar de Facebook y su impacto si aplicamos las cuatro leyes de los medios de Marshall McLuhan[5]. Según el estudioso canadiense, cada nuevo medio de comunicación mejora, invierte, recupera y hace obsoleta una forma de comunicación previa. Esto es tan cierto para Facebook como para la radio, la televisión o Internet. Facebook mejora las conexiones sociales, tanto las personales como la propia idea que tenemos de ellas, porque añade escala, velocidad, nuevas formas de conectarse y nuevos temas para compartir. Pero esa misma escala invierte el proceso, ralentizándolo, ya que hace imposible seguir a miles de millones de otros usuarios o estar al tanto de sus actividades, y añade individuos, e incluso empresas, antes desconocidos, a las conexiones más personales de uno. Facebook recupera características de los medios anteriores: pertenecer a una tribu[6], recibir noticias, escribir cartas, escuchar sobre ventas; inserta a los usuarios en fandoms (neologismo que describe comunidades unidas por una misma pasión), permite compartir medios, bloguear[7] y mucho más. Finalmente, hace obsoletas algunas formas tradicionales de comunicación: el correo postal, los contactos cara a cara, los periódicos, entre otros.

Si esta es la descripción de cómo Facebook (el producto) se relaciona con otros medios, entonces, ¿qué es exactamente? Después de quebrarse la cabeza con esta cuestión, Taina Bucher finalmente se rinde y escribe: «Facebook es Facebook»[8]. No le falta razón, porque en estos 20 años Facebook ha evolucionado, se ha reinventado, ha integrado otros medios y ha ampliado su misión de conectar a las personas. Se ha adaptado continuamente, utilizando la enorme cantidad de datos que recopila de sus usuarios para proporcionar lo que considera una mejor experiencia para ellos[9].

Una cronología de Facebook[10] detalla los cambios que la empresa ha introducido a lo largo de las dos décadas en relación con su producto: muchos parecerán familiares, o incluso determinantes para los usuarios, hasta el punto de que algunos podrían preguntarse cómo habría podido existir la empresa sin esas funciones. Facebook nació en 2004 como una página web. Añadió funciones y se convirtió en una aplicación para teléfonos móviles solo entre 2011 y 2013, ocho años después de que Apple introdujera el iPhone. Siguiendo en parte la secuencia cronológica, Facebook creció añadiendo estas funcionalidades: nombres y contactos, fotos, etiquetado de fotos, el Muro (la página de inicio donde los usuarios pueden publicar cosas que otros pueden ver y, a su vez, encontrar contenido que les resulte interesante), un gráfico social de conexiones entre amigos; Facebook Notes (actividad de blog); el News Feed (una lista de información sobre los amigos de Facebook y material seleccionado por algoritmos por considerarse de interés para el usuario); Facebook Platform (especificaciones para desarrolladores que les permiten crear aplicaciones en la interfaz de Facebook, como la posibilidad de conectar páginas web); Facebook Beacons (un sistema publicitario); Facebook Credits (que permite intercambios y pagos financieros); el botón «Me gusta», que da la posibilidad de etiquetar a los amigos en sus actualizaciones de estado y en sus comentarios; la Community Page (páginas con contenido externo); Open Graph (un mapeo de los intereses de las personas conocidas por un usuario); Facebook móvil (la aplicación para teléfonos móviles); videollamadas; Facebook Timeline; Facebook Exchange (un sistema de ofertas para la publicidad); emoticonos; DeepFace (un sistema de reconocimiento facial para identificar rostros en fotos); Newswire, la mensajería instantánea de Facebook; la moderación de contenido y Facebook Live. A esto se suman adquisiciones de empresas como Instagram, WhatsApp, Oculus VR y otras que proporcionan soporte estructural para el análisis de datos, el almacenamiento y más. Como producto, Facebook se extiende en múltiples áreas para conectar a las personas y sus intereses. Estar en Facebook significa que una persona está conectada y, para muchos, Facebook es Internet. Como empresa, Facebook defiende agresivamente su hegemonía en las formas de conectar a las personas y adquiere competidores o sus empleados para mantener su posición en la vida de la gente. Comprender Facebook es un desafío, porque al cambiar constantemente, se ha convertido en muchas cosas.

Para dar un sentido más claro a todas estas características, Bucher y otros sugieren una serie de metáforas. Facebook es un espacio público que parece íntimo; es una plaza de la ciudad y una sala de estar; es una realización abierta de Internet; es una comunidad; es un ente de transmisión pública; es una guía telefónica; es una fuente de noticias; es una oficina postal; es un servicio; es una plataforma[11]. Facebook es un entorno mediático, un ecosistema en el que interactúan todos los tipos de prácticas y dispositivos de comunicación; es un dispositivo de conexión completo. Estas metáforas nos recuerdan que Facebook se ha vuelto tan flexible como ha podido para servir a la mayor cantidad posible de usuarios, porque, además de ser un producto, también es una empresa que necesita ampliar su base de usuarios y crecer. Y como tal, ha crecido, pasando de 70.000 usuarios en 2004 a 1.800 millones en 2016[12].

Comprender Facebook: categorías de usos y de gratificaciones

Es posible abordar Facebook de otra manera para darle algún sentido, aplicando un modelo tradicional de investigación en comunicación. El enfoque de la teoría de usos y gratificaciones, que de una forma u otra se utiliza en la investigación de la comunicación desde los años cuarenta del siglo pasado[13], examina el supuesto de que las personas utilizan los medios por diversas razones, pero siempre para satisfacer una necesidad. Con esta base, aplicada originalmente a la radio y la televisión, los estudiosos de la comunicación han investigado por qué las personas usan cada nuevo medio de comunicación. Han encontrado muchas razones y han intentado agruparlas en unas pocas categorías clave. Entre las necesidades típicas se incluyen la búsqueda de información general, la utilidad para la toma de decisiones (es decir, buscar ayuda para tomar una decisión al votar, comprar un producto o hacer una elección), el entretenimiento, la utilidad interpersonal y la interacción parasocial (conectar o seguir a actores, personalidades o incluso personajes ficticios).

Estas categorías sin duda se aplican a Facebook y dan una idea de su alcance. Las personas lo usan para lograr muchos objetivos y satisfacer muchas necesidades. Y, como plataforma abierta, ofrece a sus usuarios –y a los proveedores de contenidos– una gran libertad para realizar diferentes tipos de comunicación. En lo más alto de la lista está la búsqueda de información, ya que las personas comparten noticias personales y se mantienen en contacto con familiares y amigos, localizan a otras personas, se reconectan con antiguos compañeros de escuela o colegas de trabajo y establecen contactos sociales. Esta búsqueda de información cumple un rol de vigilancia, ya que los usuarios monitorean tanto sus entornos como las personas dentro de ellos.

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Facebook es también una fuente de información, no solo sobre amigos y empresas, sino también sobre asuntos locales, nacionales e internacionales; para muchos es la primera fuente de noticias de última hora. A diferencia de las categorías tradicionales de usos y gratificaciones, la búsqueda de información en Facebook se superpone con la categoría de utilidad interpersonal, ya que gran parte de la información que las personas buscan está relacionada con los demás: el chisme constituye una parte importante del contenido. Pero la utilidad interpersonal es más que eso. Facebook es un medio para organizar grupos y actividades; proporciona información y conexiones con grupos empresariales, religiosos, escolares o recreativos. Aquí también las categorías se superponen, ya que Facebook ofrece grandes recursos para la interacción parasocial. No es necesario conocer personalmente a los amigos de Facebook: de hecho, muchos encuentran gran satisfacción en seguir la vida de las celebridades.

La utilidad para la toma de decisiones, como se ha mencionado, también juega un papel en el uso de Facebook. Las personas aumentan su conocimiento sobre una variedad de temas; las empresas lo utilizan como plataforma de marketing y ventas; los gobiernos y organizaciones sin fines de lucro tienen páginas de Facebook destinadas a guiar las decisiones de las personas en temas de salud, entretenimiento, ciencia y otros servicios. Los grupos políticos usan Facebook para informar, persuadir o engañar a los votantes. Las personas buscan orientación en grupos de apoyo dedicados a casi cualquier tema. Facebook ofrece fuentes informales de información sobre salud, ciencia, religión, política, etc., destinadas a influir en las decisiones y también funciona como un boletín informativo.

Finalmente, las personas usan Facebook para el entretenimiento. Esta categoría de gratificación también se superpone con otras, ya que los usos interpersonales entretienen al observar la vida de los demás. Pero Facebook también es una plataforma de juegos; es una colección de seguidores, un medio de autoexpresión, una forma de pasar el tiempo.

En resumen, en términos de las categorías de usos y gratificaciones utilizadas en la investigación de la comunicación, Facebook aparece como un medio de comunicación no tradicional. Mientras que, por ejemplo, las investigaciones anteriores identificaban y diferenciaban bastante fácilmente los usos que la gente daba a la televisión, Facebook hace más difícil distinguir las motivaciones. Esta es una observación que, por otra parte, parece realista, dado que Facebook parece ofrecer todo lo que la gente desea y que rara vez las motivaciones de las personas pueden definirse de manera clara.

Consecuencias no deseadas

Estos usos superpuestos también se manifiestan de otras maneras. Como herramienta de comunicación general, no es sorprendente que Facebook tenga efectos directos e indirectos, consecuencias intencionales y no deseadas. Con tantos usuarios y tantas funciones, es casi inevitable un poco de confusión sobre las motivaciones para participar y sobre las interpretaciones de las directrices. Lo que funcionaba con un grupo relativamente homogéneo de estudiantes universitarios, conectados originalmente solo con los de la misma universidad, no funciona igual con un grupo de personas mucho más diverso y, además, a nivel mundial. También se puede decir que la actitud inicial de Facebook (la empresa) hacia sus usuarios fue bastante benévola, subestimando los comportamientos inapropiados. Steven Levy destaca que Mark Zuckerberg, fundador y CEO de Facebook, a lo largo de la historia de la empresa, ha confiado en las personas y no se ha esforzado en prevenir los comportamientos incorrectos. Así es como, a lo largo de los años, las funcionalidades de Facebook han conducido tanto a un gran éxito comercial como a crecientes críticas.

Por ejemplo, Facebook (el producto) nació como un foro para compartir entre amigos, y Facebook (la empresa) se posicionó a favor de la libertad de expresión[14]. Este objetivo directo, junto con el deseo de conectar a las personas, llevó a la esperada libre expresión de ideas y al aumento no intencionado de la desinformación, el acoso, el discurso de odio, las fotos inapropiadas y el mal comportamiento. «A medida que crecía la población de usuarios, había cada vez más problemas con los contenidos que se compartían»[15]. Al principio de su historia, en 2005, la empresa comenzó a desarrollar directrices sobre contenidos. En un plazo de dos años, los gobiernos estatales de Estados Unidos comenzaron a presionar para que monitoreara los contenidos y eliminara la pornografía, especialmente cualquier amenaza para los niños. Debido a que el registro abierto de Facebook permitía el acceso de usuarios de todo el mundo, varios gobiernos, que no compartían la visión estadounidense de la libertad de expresión, se pronunciaron sobre contenidos (a menudo políticos) prohibidos en sus países. Las preguntas sobre materiales inapropiados siguen presentes hasta hoy.

Otro ejemplo es que el deseo de la empresa de mejorar la experiencia del usuario ha llevado a la recopilación de grandes cantidades de datos y a una atención relacionada en su análisis. Esto le ha dado a la empresa la posibilidad de ofrecer recomendaciones en el News Feed, desde publicaciones de amigos hasta publicidad. Desde el inicio de su historia, la empresa ha recopilado datos sobre sus usuarios, muchos de ellos rutinarios. Funcionalidades posteriores, en particular el botón «Me gusta» (que alienta a las personas a mostrar aprobación con un clic, incluso en páginas externas al servicio), han permitido a Facebook (la empresa) recopilar datos sobre los contactos de sus usuarios, sus amigos en Facebook y también sobre sus amigos que no estaban presentes en la plataforma[16].

El estímulo a sus propios usuarios para compartir información –de hecho, la empresa ha construido todo el modelo productivo no sobre la creación de contenidos, sino en permitir, incluso en solicitar a los usuarios que los generen– ha llevado a una actitud abierta en relación con la privacidad de los datos. Y los datos recopilados han permitido a la empresa perfilar a sus usuarios, un recurso de fundamental importancia en la medida en que dichos perfiles han contribuido a orientar la publicidad.

Como efecto indirecto, la recolección de datos con fines publicitarios ha resultado ser un bien valioso para una categoría no deseada: las campañas políticas, en Estados Unidos y en otros países. Facebook ha adoptado generalmente un enfoque no intervencionista frente a la publicidad política, incluso cuando esto coincide con la desinformación, debido a su compromiso con la libre expresión; la empresa ha otorgado espacios muy amplios al discurso político[17]. Dado que alentaba el intercambio de información, Facebook (el producto) se ha convertido en una fuente importante de información política, y la empresa consideró que no debía interferir.

Bucher sostiene que todo esto ha asignado a Facebook diversos roles políticos importantes, aunque indirectos. En primer lugar, «Facebook se ha convertido en un componente central de la política electoral y de partido, por su papel en la campaña política y [… dado su potencial uso] para influir en el comportamiento de los votantes». En segundo lugar, «Facebook es utilizado para organizar protestas políticas, para movilizar movimientos sociales o para canalizar el activismo político». En tercer lugar, «Facebook es usado como una máquina de desinformación o […] es explotado por regímenes autoritarios para limitar dichas protestas, controlar a las poblaciones y, en algunos casos, dar lugar a atrocidades». Y, en cuarto lugar, «Facebook está regulado por la ley y […] a su vez regula su uso mediante sus políticas y sus estándares»[18]. La empresa no tenía la intención de convertirse en una herramienta política, pero lo ha hecho.

La magnitud de otro efecto indirecto solo se hizo evidente cuando Facebook se vio comprometido en la privacidad y la política. En diciembre de 2015, The Guardian informó «que los perfiles de Facebook robados fueron utilizados en el caso de la campaña de Cruz [un político estadounidense]»[19]. Aunque los detalles sobre cómo un socio encargado de procesamiento y producción de contenidos obtuvo y manipuló los datos son un poco confusos, la mayoría de las personas entendieron de inmediato lo que significaba la falta de protección de la privacidad. Facebook (la empresa) cambió su actitud hacia la privacidad porque su modelo original asumía que las personas querían que sus datos fueran públicos: desde las preferencias hasta el estado de sus relaciones y los «Me gusta»; solo más tarde el producto permitió a los usuarios tomar decisiones conscientes sobre qué información proteger. Sin embargo, esas opciones no afectaron en gran medida a los perfiles ni a los resúmenes de personalidad basados en ellos: la mayoría de los usuarios daba por hecho una protección de privacidad mayor de la que realmente existía, y por lo tanto no previeron ni comprendieron cómo su información personal podía exponerlos a la persuasión y la manipulación. La empresa, que tenía una idea bastante clara de lo que podía hacer, al menos en lo que respecta a la publicidad, hizo lo mínimo exigible para proteger los datos de sus usuarios.

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Otros riesgos para la privacidad aparecieron en el corazón mismo de Facebook. La transparencia de la información representa una parte potencialmente peligrosa del negocio. Facebook (el producto) alentó el intercambio abierto y algunas funcionalidades, como News Feed o Open Graph, que ayudan a los usuarios a seguir a sus amigos y a descubrir qué están haciendo. Estos servicios complementarios responden bien a los deseos de las personas de hacer chismes, de entretenerse con las actividades ajenas, de conectarse con otros, de mantenerse al día e incluso de practicar una especie de vigilancia de su entorno. Por un lado, esto parece una buena manera de mantenerse en contacto y refleja la intención de la empresa de conectar a las personas; por otro, la capacidad de rastrear a otros individuos permite el acoso y otros comportamientos problemáticos. De hecho, cuando Facebook (la empresa) introdujo News Feed, los usuarios renombraron el producto como Stalker-book[20].

Un último ejemplo de efecto indirecto se refiere al declarado deseo de la empresa de conectar a las personas: esto llevó a la expansión de los usuarios de Facebook, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. Sin embargo, esta misma expansión internacional dejó en evidencia que la empresa poseía un conocimiento y comprensión intercultural limitados, lo que condujo, por ejemplo, a la tragedia en Myanmar, donde los nuevos usuarios de Internet y de Facebook creyeron rápidamente en las publicaciones que incitaban a la persecución de las poblaciones minoritarias[21].

Casi todas las ideas de Facebook —conectar a las personas, llenar sus noticias con información sobre sus amigos, rastrear lo que hacen, recomendar productos— han generado la necesidad de resolver algún efecto no deseado. En cierto sentido, esto es resultado de la práctica de la empresa Facebook de probar nuevas ideas lo más rápido posible, en consonancia con su lema informal «Muévete rápido y rompe las cosas»[22]. Estas consecuencias no deseadas no solo provienen de una visión empresarial limitada, sino también de un nuevo medio de comunicación cuyas potencialidades aún no se comprenden completamente.

El universo de los medios en evolución

Facebook es uno de los actores clave en el cambio de la comunicación, que en gran medida se centra en potenciar las conexiones sociales, incrementando su escala, velocidad y modos de conexión. Lo ha hecho con relativa rapidez en los últimos veinte años y, de hecho, ha contribuido a inventar y promover una nueva forma de ser amigos y de tener interacciones sociales.

No hace falta ser profeta para discernir una parte de verdad en una lista de efectos sociales negativos derivados de este nuevo sistema de comunicación. Gran parte de los escritos académicos sobre Facebook se han centrado en los efectos de una red social tan poderosa. Jamal Sanad Al Suwaidi enumera algunos de ellos, tanto negativos como positivos, con la salvedad de admitir que caracterizan a todas las redes sociales, no sólo a Facebook: la desintegración de los contactos sociales no digitales y la pérdida de lazos familiares a medida que la atención social se desplaza a Internet; cambios en los valores sociales por la exposición a ideas diversas y variadas; transformaciones culturales; sensación de aislamiento; dependencia del mundo digital para satisfacer necesidades emocionales; crecimiento de una comunidad virtual; desigualdad cognitiva e impacto en la educación; crecimiento de una economía del conocimiento; nuevos modelos de negocio; aumento del comercio transnacional y apertura a grupos diversos[23]. ¿Cómo explicar un abanico tan amplio de efectos sociales?

El rápido crecimiento de Facebook a escala social ayuda a explicar sus efectos ambivalentes. Tener tantas conexiones sociales y asistir a conexiones entre desconocidos lleva a descontextualizar, o confundir contextos, en las interacciones. Las señales, normas y comportamientos sociales que tradicionalmente regían la interacción humana se habían desarrollado a lo largo de muchos años y se basaban en los grupos sociales de cada uno. La escala a la que opera Facebook elimina los controles de comportamiento que se habían desarrollado mediante el contacto cara a cara.

Del mismo modo, la falta de contexto hace que la gente sea más vulnerable a la desinformación, más propensa al acoso y más susceptible de ser acosada, menos inhibida a la hora de expresar discursos de odio contra los extranjeros, más dispuesta a creerse hasta las tonterías más descabelladas o las teorías conspirativas, y menos capaz de equilibrar los problemas de salud mental que conlleva tanta información sin filtrar.

De la escala social también se deriva una pérdida de intimidad. Por lo general, en las familias y los grupos sociales íntimos, las personas que los componen aceptan renunciar a parte de su intimidad: con cierto humor, se reconoce que las ciudades pequeñas carecen de intimidad. Pero pocos esperaban poner tanto de sí mismos a disposición de tanta gente, y mucho menos que la seguridad que solemos depositar en nuestras defensas psicológicas, nuestra autoestima e incluso las justificaciones de nuestros actos se vieran despojadas por el análisis de grandes cantidades de datos.

En estos ámbitos y de estas maneras, Facebook (tanto el producto como la empresa) ha redefinido indirectamente la amistad humana y su conformación, y quizá incluso el contacto humano. Esto vuelve más fácil su versión de la amistad humana, mediante el envío y la recepción de actualizaciones para todos al mismo tiempo y fundando lo que Roberto Simanowski ha denominado la «industria de la informática afectiva»[24]. Esto sucede porque Facebook (el producto) reorienta las relaciones de las personas entre sí y su relación con el espacio y el tiempo sociales: no importa dónde se encuentren físicamente los individuos, porque el mundo virtual es más importante que el espacio social. También lo es su tiempo virtual: Facebook recuerda constantemente a sus usuarios que deben ver cómo están sus amigos o pasar el tiempo jugando a los mismos juegos que ellos o incluso les sugiere cómo perder el tiempo[25]. Facebook define así los parámetros de la vida de los usuarios.

La imposibilidad de situar Facebook en el modelo de usos y gratificaciones de la comunicación muestra en qué se diferencia de otros medios. Hace todo lo que hacen los demás, pero con una diferencia fundamental: Facebook es un medio más íntimo que la radio, la televisión y el cine. Estos últimos, de hecho, independientemente de lo envolventes que puedan ser en términos de narrativa, sonido o imágenes, interponen todos un medio reconocible entre el usuario y el contenido. En cambio, como Facebook se basa en la intimidad, los usuarios confunden fácilmente los motivos de la comunicación: la búsqueda de información se convierte en una relación parasocial; la vigilancia, en acoso; la utilidad interpersonal, en entretenimiento; incluso la amistad adquiere un carácter parasocial, porque la plataforma interviene de forma invisible en la vida de las personas. Estos usos y gratificaciones superpuestos hacen que Facebook (el producto) sea más difícil de entender y explicar como medio de comunicación. Sin embargo, su intimidad común pero forzada y sus usos solapados pueden ayudar a explicar algunas de las consecuencias imprevistas de la plataforma. Los mismos algoritmos que conectan a los usuarios lo amplifican todo, desdibujando aún más los límites y las normas sociales desarrolladas en cambio en un entorno cara a cara. ¿Cómo se pueden predecir las consecuencias con tantos elementos cambiantes?

Facebook refleja al mismo tiempo los cambios de la sociedad y contribuye a provocarlos. Simanowski lo resume así: «Mediante su invitación a un tipo de experiencia del yo reflexivamente empobrecida, produce sujetos que ya no se sienten consternados por este proceso. Esto lo sitúa dentro de la tendencia de las relaciones sociales afirmativas, que simultáneamente promueve. Facebook es tan popular porque permite amar la sociedad en la que vivimos»[26].

¿Qué es Facebook, entonces? Nos gustaría volver a responder con una metáfora: Facebook (el producto) es un espejo que refleja quiénes somos, con toda nuestra complejidad, asombro e incluso pecaminosidad.

  1. Cf. T. Bucher, Facebook, Cambridge, UK, Polity, 2021; D. Kirkpa­trick, The Facebook Effect: The Inside Story of the Company That Is Connecting the World, New York, Simon & Schuster, 2010; R. Krasnow, «In Your Feed: Books About Facebook’s History & Influence», en New York Public Library (www.nypl.org/blog/2021/02/04/facebook-booklist), 4 de febrero de 2021; S. Levy, Facebook: The Inside Story, New York, Blue Rider Press, 2020. Además, Bucher consigna 400 referencias a publicaciones científicas, mientras que el texto de Levy, de carácter más periodístico, incluye 30 páginas de citas bibliográficas.

  2. T. Bucher, Facebook, cit., 75.

  3. S. Levy, Facebook…, cit., 441.

  4. Cf. ibid., cap. 7-13.

  5. Cf. M. McLuhan – E. McLuhan, La legge dei media. La nuova scienza, Roma, Edizioni Lavoro, 1994.

  6. «Una entidad social, económica y política que incluye familias ligadas por la parentela» (J. S. Al Suwaidi, From Tribe to Facebook: The Transformational Role of Social Networks, Abu Dhabi, Emirates Center for Strategic Studies and Research, 2013, 12).

  7. Cf. ibid., 22 s.

  8. T. Bucher, Facebook, cit., 3.

  9. Cf. S. Levy, Facebook…, cit., cap. 16.

  10. Cf. Wikipedia, versión en inglés (https://en.wikipedia.org/wiki/History_of_Facebook); S. Levy, Facebook…, cit., cap. 7–13.

  11. Cf. T. Bucher, Facebook, cit., 35; 51 s.

  12. Cf. Wikipedia, cit.

  13. Cf. P. Palmgreen – L. A. Wenner – J. D. Rayburn, «Relations Between Gratifications Sought and Obtained: A Study of Television News», en Communica­tion Research 7 (1980/2) 161-192.

  14. Cf. S. Levy, Facebook…, cit., 111; 246 ss.

  15. Ibid., 246.

  16. Cf. ibid., 205 s.

  17. Cf. T. Bucher, Facebook, cit., 161.

  18. Ibid., 165.

  19. S. Levy, Facebook…, cit., 418.

  20. Cf. T. Bucher, Facebook, cit., 108.

  21. Cf. ibid., 188-194.

  22. S. Levy, Facebook…, cit., 6.

  23. Cf. J. S. Al Suwaidi, From Tribe to Facebook…, cit., 66-74.

  24. Cf. R. Simanowski, Facebook Society: Losing Ourselves in Sharing Our­selves, New York, Columbia University Press, 2018, XVIII.

  25. Cf. S. Levy, Facebook…, cit., 165.

  26. R. Simanowski, Facebook Society…, cit., XIV s.

Paul A. Soukup
Es profesor de tecnología y comunicación del College of Arts and Culture de Santa Clara University, y realiza investigaciones sobre comunicación religiosa. Es autor y editor de varios libros y colabora con la Conferencia Episcopal de Estados Unidos y la American Bible Society en temas de comunicación.

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