Sor Abby Avelino es filipina y religiosa dominica de Maryknoll. Desde 2022 está en Roma como coordinadora internacional de Talitha Kum, la Red Internacional de Vida Consagrada contra la Trata de Personas, organismo fundado en la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG). A este rol de coordinación internacional, la hna. Avelino llegó después de conocer en Japón la realidad de la trata y la explotación, y tras haber desempeñado el cargo de coordinadora de Talitha Kum en Asia. En un encuentro con La Civiltà Cattolica, repasó las diferentes etapas de su vida, deteniéndose, en particular, en los desafíos que presenta la trata de personas y la manera de combatirla, con especial atención en el acompañamiento de las víctimas y los sobrevivientes.
La hna. Avelino compartió con nosotros su familiaridad con la «voz de los vulnerables y explotados»: una familiaridad basada en el conocimiento personal de la pobreza y en la escucha directa de muchas víctimas. De sus palabras se desprende la convicción de que «cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la lucha contra la trata de personas» y que en tal tarea es indispensable el trabajo en red. Además, destaca la importancia otorgada, en la lucha contra la trata, al involucramiento de las propias víctimas y de los sectores de población afectados. Finalmente, en cuanto a los requisitos necesarios para quienes se comprometen en una misión de este tipo, la hna. Avelino es clara: «un corazón compasivo y acompañamiento espiritual», añadiendo que «la preparación emocional, física y espiritual es vital para comprometerse en este ministerio»: un ministerio que implica una relación de confianza y en el que se centra el «poder transformador de la esperanza, la compasión y la misericordia».
Agradecemos a sor Abby Avelino por su disponibilidad y compartimos con los lectores nuestro diálogo.
Hermana Avelino, usted nació en Filipinas y emigró con su familia a los Estados Unidos. En ese país se graduó en ingeniería mecánica y, posteriormente, trabajó durante algunos años en este ámbito. Luego ingresó en las hermanas dominicas de Maryknoll. Después de la formación inicial, fue enviada a Japón; hoy es la coordinadora internacional de «Talitha Kum», la Red Internacional de Vida Consagrada contra la Trata de Personas. ¿Podría contarnos algo más sobre las distintas etapas de su vida hasta ahora?
Soy religiosa y, como mencionaba, soy originaria de Filipinas. Antes de entrar en la vida religiosa misionera, efectivamente trabajé como ingeniera mecánica y de sistemas. Mi misión pastoral inicialmente me llevó a Japón, donde encontré y acompañé a muchos migrantes de todo el mundo, especialmente mujeres migrantes de Filipinas. Trabajaba como responsable en la iglesia de San Ignacio en Tokio, una parroquia multicultural. También colaboré en el Migrant Women Empowerment Center «Kalakasan» («fuerza» en tagalo), que atiende las necesidades de mujeres migrantes víctimas de abusos o explotación doméstica. Los encuentros que tuve con numerosas mujeres engañadas y explotadas por traficantes despertaron en mí la determinación de comprometerme en el ministerio contra la trata.
En 2016 fundamos Talitha Kum Japan, con el objetivo de defender los derechos y la dignidad de los migrantes, refugiados y personas en movimiento, que a menudo están en riesgo de trata y explotación. Posteriormente, asumí el rol de coordinadora de Talitha Kum para la región de Asia: mi trabajo consistía en comprender y responder a las necesidades de las redes nacionales en 16 países. Finalmente, ahora estoy en Roma, como coordinadora internacional de Talitha Kum. Sin embargo, la misión es la misma: soy misionera de corazón. Llevo a cabo la misma misión en un lugar diferente, continuando el compromiso y la misión de Jesús. El motivo de esta vocación es caminar en la dignidad por y con el pueblo de Dios.
Antes de hablarnos de su misión actual en Roma, ¿le gustaría compartir con nosotros algún aspecto más específico del trabajo que realizó en Japón? ¿Qué recuerdos tiene de este país desde el punto de vista social y religioso?
Japón es una tierra a la que cada año llegan miles de migrantes, deseosos de encontrar un trabajo que les permita mantener a sus familias que quedaron en casa. Al inicio de mi ministerio me identifiqué con la difícil situación de las mujeres migrantes que acudían a la iglesia en busca de consuelo y de alguien dispuesto a escuchar sus vicisitudes. Aún tengo en mente muchas de esas historias, y los rostros de quienes me las contaban. Y es que las voces de los vulnerables y explotados me eran familiares porque yo también conocía bien la pobreza: mi padre murió cuando yo era niña, y mi madre se agotaba trabajando para mantenernos, haciendo dos o tres trabajos a la vez, al igual que mis hermanos. Como muchos, teníamos que luchar para sobrevivir en mi país, que es muy pobre.
Es esa pobreza la que impulsa a las personas a mudarse y buscar fortuna en otro lugar. En muchos casos se trata de mujeres, que a menudo se casan con hombres del lugar. Las encontraba en la parroquia de San Ignacio, en el corazón de Tokio. Venían a la Misa y luego, cuando descubrían que soy originaria de Filipinas, comenzaban a contarme su historia. Siempre era la misma: una historia de explotación, violencia doméstica y abusos. Muchas ni siquiera sabían cómo y por qué habían llegado a Japón. Y todas buscaban ayuda y protección.
Son muy comunes los casos de Japanese-Filipino Children (JFC), hijos de mujeres filipinas y hombres japoneses. Se trata de una categoría social muy vulnerable a la trata de personas. Varios reclutadores sin escrúpulos apuntan a los JFC y a sus madres filipinas. Los atraen ofreciendo visados para Japón, adquisición de ciudadanía, trabajo y alojamiento, y con esas promesas los engañan y les imponen enormes deudas. Luego, los reclutadores dicen: «firmaste el contrato»; «los trámites se realizaron en Filipinas, así que aquí solo cobramos lo debido». Es un fenómeno muy extendido. En algunos casos, cuando los niños tienen solo unos meses, las madres los envían de regreso a sus familias en Filipinas, porque muchas no logran sobrevivir en Japón debido al alto costo de vida.
Luego, estos niños, una vez que se convierten en adolescentes, regresan a Japón, pero a menudo son explotados, maltratados y víctimas de acoso escolar. Algunos tienen enormes dificultades para integrarse en la sociedad, ya que no hablan el idioma; y muchos de ellos no se sienten bienvenidos. Nosotros hemos intentado ayudarlos a encontrar su propia identidad, con un programa que también involucra a sus madres. Desde su fundación, Talitha Kum Japan nos ha permitido identificar muchos de estos casos de JFC y de sus madres. Pero, dado que emigrar a Japón para un JFC es un derecho y una oportunidad importante, es necesario garantizar a ellos y a sus madres una entrada segura a Japón y la posibilidad de trabajar e integrarse en la sociedad, sin quedar atrapados en el sistema de la trata. Es un desafío arduo, que comienza aumentando en estas personas la conciencia de sus propios derechos y la necesidad de una educación en el idioma japonés.
Era necesario, por lo tanto, crear un sistema que permitiera a los JFC venir a Japón y ponerse en contacto con la Iglesia. Talitha Kum ha creado una sólida red de colaboración con organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, asociaciones católicas y diversos otros grupos religiosos.
¿Y qué recuerdos tiene de su papel como coordinadora de «Talitha Kum» para Asia?
Mi rol consistía en identificar las necesidades de las redes nacionales presentes en 16 países, para dar la respuesta adecuada en cada caso. En Asia, fortalecemos la colaboración entre los países de origen y los países de destino, educando a las personas y promoviendo en los países de origen cursos de formación sobre seguridad ya en la etapa previa a la salida.
Con respecto al objetivo concreto de Talitha Kum Asia, que busca reducir los casos de abuso en los países de destino, una necesidad común en todo el continente es desarrollar la capacidad de identificar y luego acompañar a las víctimas y a las personas en riesgo. Ha habido muchas iniciativas al respecto. En particular, aprendimos mucho durante la pandemia, cuando la inestabilidad económica causada por el Covid-19 hizo que las personas fueran más vulnerables a la trata. Durante ese período se organizaron 17 seminarios web mensuales, con un promedio de 250 participantes cada mes.
En ese momento, las redes en Asia se expandieron enormemente, involucrando a muchas congregaciones religiosas, y se lanzó el programa Youth Ambassadors: el proyecto de los «jóvenes embajadores» de Talitha Kum se convirtió en otro componente fundamental del compromiso contra la trata, y se promueve con intervenciones en escuelas, iglesias y entre sus pares.
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Pasemos ahora a Roma y a su trabajo como coordinadora internacional de «Talitha Kum». ¿Cómo nació esta red y cuáles son sus objetivos?
Talitha Kum es una red global de religiosas y colaboradores fundada oficialmente en 2009 en la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG). Su misión es poner fin a la trata y explotación de seres humanos mediante iniciativas de colaboración centradas en la prevención, protección, acompañamiento espiritual, reinserción social y capacitación de los sobrevivientes. La red de redes, presente en 97 países con más de 6.000 miembros entre religiosos, religiosas, laicos y jóvenes, persigue activamente su misión de poner fin a la trata de personas y a cualquier forma de esclavitud.
¿Y cómo desempeña su papel como coordinadora internacional?
En Roma continúo mi compromiso de proclamar la presencia amorosa de Dios a través del servicio en la misión, es decir, el compromiso de cuidar, amar y sanar la creación y a las personas, independientemente de su cultura, raza, credo, nacionalidad, género o edad. Creo que cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la lucha contra la trata de personas. De hecho, la identidad y la fortaleza de Talitha Kum tienen sus raíces en el compromiso a nivel local. Mi rol de coordinación está enfocado en guiar, mantener y fortalecer las redes de Talitha Kum a nivel global, para garantizar un contexto cada vez más amplio de colaboración y trabajo en red con entidades eclesiales, organizaciones nacionales e internacionales contra la trata y agencias comprometidas en esta misión. Para nosotros, hacer red y colaborar es un componente clave en la lucha contra la trata de seres humanos. Por lo tanto, uno de mis deberes es coordinar el fortalecimiento de las redes mediante la descentralización y una participación que involucre cada vez más a los niveles locales y regionales.
La reciente declaración «Dignitas infinita» del Dicasterio para la Doctrina de la Fe incluye la trata de personas entre las graves violaciones de la dignidad humana. Cuando hablamos de trata, ¿a qué realidad nos referimos concretamente? ¿Quiénes son las víctimas? ¿Qué circunstancias la favorecen? ¿Qué áreas geográficas están más en riesgo?
La trata de seres humanos es un problema global que afecta la vida de muchas personas, especialmente las más vulnerables: mujeres, niños y jóvenes, migrantes y refugiados. Dondequiera que haya un flujo de personas en movimiento, la trata prospera. A nivel global, muchas poblaciones están expuestas a este riesgo debido a numerosas crisis interconectadas, como el impacto de la pandemia de Covid-19, los conflictos internos en muchos países (Myanmar, Sri Lanka, Siria, República Democrática del Congo, Burkina Faso, Venezuela, etc.), las guerras en Ucrania y en el Medio Oriente, que han devastado la vida de millones de personas, y los desastres naturales provocados por el cambio climático. Todas estas crisis están teniendo un impacto directo en la trata de seres humanos en todo el mundo.
También existe un fenómeno que actúa fuera de los límites geográficos y territoriales físicos, que es la explotación en línea a través de las redes sociales, donde los explotadores atraen cada vez más a sus víctimas con falsas promesas y engaños. Muchos jóvenes caen víctimas de un fenómeno que ha sido definido como Explotación Sexual Infantil en Línea (OSEC, por sus siglas en inglés).
Frente a estos problemas de tan amplio y grave alcance, ¿qué respuestas ofrece «Talitha Kum»?
Ante la trata, que sigue desarrollándose y expandiéndose, las redes de Talitha Kum responden mejorando el intercambio de buenas prácticas e información. Se enfocan principalmente en la prevención, la sensibilización a todos los niveles, la protección, la formación de líderes, el involucramiento de los sobrevivientes, el fortalecimiento de la capacidad de la red y el protagonismo de los jóvenes entre sus pares en la lucha contra la trata.
La experiencia adquirida por Talitha Kum sobre el fenómeno de la trata de personas nos lleva a enfatizar la participación lo más amplia posible de todos aquellos que la combaten. Es indispensable la colaboración a todos los niveles con organizaciones y redes, así como la participación de los jóvenes en las iniciativas de sensibilización. Creemos que la respuesta global, regional y local de la Iglesia católica debería pasar por un fuerte y amplio compromiso dirigido a los integrantes de las nuevas generaciones, para que se conviertan en defensores activos de la dignidad humana. Los programas, la respuesta coordinada y la colaboración son, de hecho, mucho más efectivos si son concebidos y llevados a cabo por la población objetivo de este crimen.
La educación y la sensibilización de muchos jóvenes y estudiantes reducirán el número de víctimas y su vulnerabilidad a las diversas formas de explotación, en particular la trata. La realidad de los jóvenes embajadores de Talitha Kum, que intervienen entre sus pares para prevenir las condiciones que facilitan la trata, nació en las redes de Asia y Medio Oriente y ahora está presente también en África y América Latina.
Otra iniciativa importante ha llevado a la creación de una aplicación segura para redes sociales destinada a los jóvenes, disponible en varios idiomas. A través de ella también se promueve la prevención de la trata entre los jóvenes, involucrándolos como protagonistas y concientizándolos sobre este fenómeno.
Concretamente, ¿cómo se acompaña a las personas víctimas de la trata? ¿Cómo se las puede liberar de la terrible realidad de la explotación? ¿Y cómo se sanan las heridas de los sobrevivientes?
Nos encontramos con víctimas en varios contextos de vulnerabilidad: mujeres y niños oprimidos por el comercio sexual y la explotación laboral, migrantes sin documentos, personas en estado de detención, solicitantes de asilo y personas vulnerables afectadas por guerras y conflictos. Protegemos a todos ellos apoyándolos en su regreso a casa, facilitando el acceso a la justicia y brindando apoyo psicosocial. Establecemos una relación de confianza, respondiendo a sus necesidades físicas y espirituales.
Pongo un ejemplo de apoyo internacional: fue necesario y valioso trabajar juntos cuando encontramos el caso de una mujer africana víctima de trata en un país asiático. Nos coordinamos de la mejor manera posible para localizarla y llevarla de vuelta a casa sana y salva a través de la colaboración con la Organización Internacional para las Migraciones y, posteriormente, para ponerla en contacto con nuestras hermanas en el territorio, para favorecer su recuperación e integración. No es ciertamente un caso aislado: en 2023, en esta área de intervención, Talitha Kum asistió y apoyó a 39.081 víctimas y sobrevivientes. Se lo debemos a la asociación y la red de trabajo con ONG internacionales, así como a la colaboración entre diversas congregaciones y otras comisiones y agencias a nivel nacional, regional e internacional. También se ha facilitado la construcción de caminos de incidencia. No trabajamos solos.
¿Cómo se combate una realidad, como la de la trata, que dispone de medios tan poderosos? ¿Cómo se enfrenta la desproporción de fuerzas entre quienes intentan prevenir la trata y liberar a sus víctimas, y quienes la promueven y favorecen?
La Iglesia, en cuanto comunidad, está convocada a abrazar la obra de transformación que Dios está realizando en el mundo. Seguimos invitando a todos aquellos que tienen motivos relevantes, en cualquier ámbito, a unirse a nuestro viaje para poner en práctica el poder del cambio. Para nosotros, como Iglesia, es una llamada a la acción, una invitación a actuar juntos —dirigida a la sociedad civil, a las ONG y a otras organizaciones— trabajando junto a los gobiernos, las organizaciones internacionales y otras agencias. Es necesario contar con todos, con las personas individuales, las familias y las comunidades, más aún que con los políticos, las fuerzas del orden, etcétera. Juntos nos embarcamos en un viaje sinodal para abrir los ojos y los oídos a lo que está sucediendo en las comunidades a nuestro alrededor.
Talitha Kum es una red, un paraguas de redes de congregaciones religiosas. Nos comprometemos a fortalecernos mutuamente en la lucha para poner fin a la trata de personas y, al mismo tiempo, a reforzar el modelo inclusivo de colaboración de nuestras redes. Trabajamos para prevenir la trata: nuestro enfoque preventivo a nivel global se basa en sensibilizar sobre el problema, a través de la educación de jóvenes vulnerables, en particular, y de mujeres y niñas, migrantes, refugiados y personas en riesgo cercano de trata y explotación. En 2023, con nuestros programas de prevención, alcanzamos a 623.700 personas en todo el mundo.
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En su trabajo, usted se enfrenta a una realidad de gran sufrimiento y explotación. ¿Podría darnos algún ejemplo, contar alguna experiencia?
Podemos hablar de Pauline. Cuando tenía apenas dieciséis años, fue víctima de explotación y abusos sexuales. Su existencia era miserable. No sabía a dónde ir. Sus explotadores amenazaban su vida y la de su madre. Un día conoció a las hermanas de Talitha Kum y con ellas encontró un camino para levantarse y cambiar de vida. Hoy, esta sobreviviente, y nuestra defensora, ha fundado Rebirth of the Queen, una comunidad que ofrece un espacio seguro a sobrevivientes como ella, dándoles la oportunidad de reconstruir sus vidas, dejando atrás situaciones de muerte y desesperación. Pauline ha cultivado el sueño de construir un refugio para sobrevivientes de la trata. Su historia se resume en estas palabras: ¡Talitha Kum! ¡Levántate!
El Espíritu de Dios, que nos llama a todos a la obra de poner fin a la trata de personas, es el mismo Espíritu que desde el inicio de los tiempos ha estado presente y actuando para traer la vida a la luz y liberar al pueblo de Dios. Los frutos de este Espíritu, y de esta espiritualidad, resuenan en el trabajo realizado en los últimos 15 años por las redes de Talitha Kum: promover la dignidad humana, el amor y el respeto por la vida, e inspirar colaboración, trabajo en red y transformación.
¿Qué le diría a alguien que quiere colaborar en su misión? En particular, para las religiosas, ¿qué cualidades humanas y espirituales son necesarias? ¿Se requiere una preparación específica?
Se necesitan habilidades de escucha, un corazón compasivo y acompañamiento espiritual: estas son las claves para caminar junto a los sobrevivientes y oponerse a la trata de personas. La preparación emocional, física y espiritual es vital para dedicarse a este ministerio. Talitha Kum International organiza periódicamente cursos de formación dirigidos a las religiosas, para aumentar su comprensión de los desafíos relacionados con la prevención de la trata y la asistencia a las víctimas, para hacer que las acciones dentro de la red sean cada vez más coherentes y para mejorar el intercambio de experiencias y la eficacia de las actividades. Talitha Kum continúa ofreciendo un camino pedagógico en la dignidad y el cuidado de las personas, para dar a conocer más detalles sobre la trata, cómo reducir el riesgo de ser víctima y cómo ayudar a los sobrevivientes en su camino hacia la libertad y la reintegración social.
El Papa Francisco ha denunciado en múltiples ocasiones la trata de personas con palabras contundentes: «Es una actividad infame, una vergüenza para nuestras sociedades que se dicen civilizadas» —dijo en su discurso a los participantes de la plenaria del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, el 24 de mayo de 2013. Más recientemente, con ocasión de la II Asamblea General de «Talitha Kum», afirmó que se trata de «una de las llagas más terribles de nuestro tiempo». ¿Sienten la cercanía y el aliento del Papa y de los dicasterios de la Curia Romana? ¿Existen formas de colaboración?
El Papa Francisco ha sido un gran apoyo desde el inicio de su pontificado. Su reciente y alentador mensaje durante la segunda Asamblea General el pasado mayo nos brinda más fuerza, determinación y esperanza. El Pontífice exhorta a la red Talitha Kum a continuar «poniéndonos al lado de las víctimas, escuchándolas, ayudándolas a levantarse y, juntos, actuando contra la trata»[1]. Sus mensajes, en especial en el Día Internacional de Oración contra la Trata de Personas, nos reconfortan e inspiran a cada vez más jóvenes a unirse a la causa.
Cada año, Talitha Kum se coordina con otras organizaciones para una Jornada Internacional de Oración y Sensibilización que se celebra el 8 de febrero. Desde su institución en 2015, el Santo Padre ha respaldado esta Jornada junto a la UISG y la Unión de Superiores Generales (USG), en calidad de promotores, y la coordinación está a cargo de Talitha Kum a nivel internacional, regional y nacional, junto a numerosas organizaciones asociadas, en particular los dicasterios de la Curia Romana. Es una ocasión para unirse en oración, reflexión y concienciación sobre la maldad de la trata y para descubrir el poder de la acción conjunta para el cuidado, la sanación, la promoción y la recuperación de las víctimas, los sobrevivientes y las personas en riesgo.
Nuestro llamado a la acción alienta a todos los actores y partes interesadas a unirse a las religiosas en la oración y reflexión en esta Jornada. El Papa Francisco se une a nosotros cada año en comunión en la oración y la acción. La Jornada Internacional es una invitación a todas las personas de buena voluntad, a los jóvenes y niños, gente de diversas creencias religiosas y tradiciones, culturas y generaciones, a realizar juntos este viaje, como peregrinos de la dignidad humana, con esperanza, ideales y actos concretos contra toda forma de explotación y trata de personas.
El Papa Francisco también subraya con frecuencia la importancia de las mujeres en la vida de la Iglesia. En el Vaticano y en la Curia Romana ha nombrado a mujeres en roles de gran responsabilidad. Usted misma tiene un papel de gran visibilidad e importancia. ¿Cómo entiende, desde su perspectiva, el papel de las mujeres en la vida de la Iglesia?
Nuestro rol como mujeres es vital, en particular en relación al tema de la «dignidad humana». Talitha Kum tiene sus raíces en la larga y rica tradición de las mujeres católicas, inspiradas en el ministerio vivificante de Cristo, que se comprometen en la comunidad a través del trabajo y la colaboración, siguiendo el ejemplo de Dios Uno y Trino. Nuestra fe y espiritualidad nos recuerdan que Dios sabe transformar incluso las situaciones más desesperadas y puede hacer resurgir a nueva vida lo que parece muerto. Los miembros de Talitha Kum a nivel global continúan haciendo su parte cuidando, sanando, empoderando, recuperando y participando en la vida de las víctimas, los sobrevivientes y las poblaciones en riesgo de trata y explotación. Es la mano sanadora de la esperanza, guiada por el Espíritu, ¡para levantarse!
Talitha Kum se inspira en el poder transformador de la esperanza, la compasión y la misericordia, que define la misión de nuestra red global: «¡Coraje, levántate!». Nuestro llamado es a estar con las víctimas y con los sobrevivientes, a compartir su camino, a sostener su humanidad y a abrazar el ejemplo de Jesús en el cuidado de y con los pequeños, con las mujeres, con las poblaciones migrantes, con los refugiados, con quienes están en los márgenes. Esperamos que nuestro compromiso como mujeres sea fuente de inspiración y pueda catalizar un cambio tan necesario.
Finalmente, ¿cuáles fueron las principales conclusiones de su segunda Asamblea General, celebrada en mayo de 2024? ¿Qué proyectos tienen para el futuro?
Este año se celebra el decimoquinto aniversario de Talitha Kum. Seguimos caminando juntos para poner fin a la trata: compasión en acción para la transformación. Este fue uno de los temas de la segunda Asamblea General. Renovamos nuestro compromiso de llevar a cabo nuestras tres prioridades para el periodo 2025-2030, fruto del discernimiento realizado utilizando el enfoque sinodal de la conversación en el Espíritu: abordar el cambio sistémico a todos los niveles; profundizar el enfoque holístico centrado en los sobrevivientes; y ampliar la colaboración y el trabajo en red a todos los niveles.
Con su llamado a la acción, Talitha Kum apoya un cambio en el paradigma dominante en el frente de la justicia legal, social y económica para las víctimas de la trata, los sobrevivientes y aquellos en riesgo de caer en las trampas de los traficantes y explotadores. Muchas víctimas y sobrevivientes nos recuerdan la necesidad de definir normas y regulaciones que apoyen el desarrollo de hombres y mujeres como personas y miembros de sus comunidades. Pero, sobre todo, es importante promover una cultura de la dignidad y una economía del cuidado.
Soñamos con un mundo sin tráfico de seres humanos. Esta es una llamada que debe involucrar a toda la sociedad, al gobierno y a los líderes de la Iglesia en todos los niveles. Juntos, creemos que nuestras acciones tienen el poder de transformar vidas con compasión hacia un mundo libre de trata de personas.
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Francisco, Discurso a los participantes del encuentro promovido por la red internacional «Talitha Kum», 24 de mayo de 2024. ↑
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