El 20 de enero de 2025, Donald J. Trump tomará posesión como el 47º presidente de los Estados Unidos de América. Según lo prescrito por la Constitución estadounidense, pronunciará la fórmula ritual del juramento ante el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, tras lo cual se dirigirá a la nación. La ceremonia tendrá lugar en el lado oeste del Capitolio, sede de las inauguraciones presidenciales desde 1989. Un lugar cargado de un simbolismo ambiguo: si bien su propio nombre, Capitol Hill, y su arquitectura evocan la herencia clásica de la República romana y se encuentra frente a los monumentos de los estadistas estadounidenses George Washington y Abraham Lincoln, hoy ese lugar también es conocido mundialmente como el escenario de los disturbios del 6 de enero de 2021.
Trump aseguró su elección el 5 de noviembre de 2024, convirtiéndose así en el primer presidente de los Estados Unidos, después de Grover Cleveland (1885-1889 y 1893-1897), en ejercer dos mandatos no consecutivos. Esta victoria electoral refuerza su dominio sobre el Partido Republicano, pero al mismo tiempo confirma la relativa inestabilidad de la política estadounidense, en la que ninguno de los dos partidos logra mantener un control prolongado sobre la Casa Blanca.
A medida que se aproxima el 250º aniversario de la independencia de Inglaterra, que se celebrará en 2026, Estados Unidos parece haber adoptado nuevamente un sentimiento anti-incumbente (es decir, la tendencia a castigar a los gobiernos salientes, considerados ineficaces), lo que refleja un profundo descontento con el statu quo, con pocas garantías de que 2028 o 2032 sean diferentes. Esto plantea interrogantes no solo sobre la política interna de los Estados Unidos, sino también sobre su papel en el ámbito global.
Las elecciones en cifras
Técnicamente, Trump no ganó las elecciones en noviembre, porque, al igual que en muchos países, en Estados Unidos no se elige directamente al jefe de gobierno. En su lugar, fue elegido por el Colegio Electoral el 17 de diciembre. Sin embargo, en la contienda de noviembre ganó en 31 estados, lo que le aseguró 312 votos en el Colegio Electoral frente a los 226 de Kamala Harris. Aunque el presidente no es elegido directamente por el voto popular nacional, Trump obtuvo aproximadamente 77 millones de votos frente a los 74,6 millones de Harris, logrando poco menos del 50% frente al 48,3% de Harris.
Estados Unidos sigue profundamente dividido: la interpretación de los resultados electorales probablemente será objeto de fuertes disputas, y no será fácil gobernar tras unas elecciones tan polarizadas. El resultado de Trump en el Colegio Electoral fue similar a los 304 votos que obtuvo en 2016 y a los 306 de Biden en 2020, y el margen de su victoria en el voto popular nacional fue uno de los más estrechos desde 1976, excepto en las dos elecciones en las que el ganador del Colegio Electoral perdió el voto popular (Bush en 2000 y el propio Trump en 2016). Sin embargo, 2024 marca la primera victoria de Trump en el voto popular nacional en sus tres campañas presidenciales[1].
En un sistema electoral profundamente federal como el de Estados Unidos, la geografía política de los estados es fundamental para comprender las elecciones nacionales. En las recientes elecciones presidenciales, la mayoría de los estados estaba previsiblemente alineada con el voto republicano o demócrata, por lo que la atención de las campañas políticas, los medios de comunicación y las encuestas se centró en los estados cuyos resultados eran menos predecibles: los swing states («estados indecisos»), llamados así porque oscilan entre un partido y otro. Es un término impreciso, más cercano al periodismo político que a la politología, pero al menos aclara que, en cualquier elección presidencial, el candidato de cada partido principal depende en gran medida de un conjunto de estados considerados «seguros» y, sin embargo, para obtener la mayoría de los votos en el Colegio Electoral, debe elaborar una estrategia que le permita ganar el apoyo de un número suficiente de otros estados.
Trump ganó en todos los estados que recientemente habían votado por los republicanos en las elecciones presidenciales, especialmente en el sur y el medio oeste, así como en los siete estados que generalmente se consideraban swing states («estados indecisos») en las elecciones de 2024[2]. Tres de ellos —Pensilvania, Michigan y Wisconsin— eran considerados esenciales para la victoria de Harris y, al mismo tiempo, fueron cruciales para la victoria de Trump en 2016 contra Hillary Clinton. En esta ocasión, Trump ganó en esos siete estados con un margen de aproximadamente 760.000 votos, asegurándose 93 votos electorales. En particular, fue la victoria en Pensilvania, obtenida con un margen de unos 120.000 votos, la que lo colocó a la cabeza.
La participación electoral en 2024 disminuyó en comparación con 2020 (aproximadamente el 64% frente al 66%), especialmente fuera de los estados indecisos, y cabe destacar que a veces quienes no van a votar son tan importantes como quienes sí lo hacen[3]. La menor participación probablemente perjudicó a Harris, quien obtuvo resultados inferiores a los de Biden en 2020 en sectores clave del país[4]. En esencia, la candidata demócrata probablemente habría prevalecido en el voto popular nacional si los electores que votaron por Biden en 2020 hubieran acudido a respaldarla[5].
En el electorado de 2024, Trump amplió sus márgenes, atrayendo a una amplia variedad de grupos demográficos estadounidenses, especialmente entre los hombres no blancos. Entre los votantes afroamericanos e hispanos, alcanzó niveles históricos de apoyo para un candidato republicano a la presidencia[6]. Los votantes también se dividieron según su nivel educativo. Trump continuó teniendo éxito entre los votantes blancos sin educación universitaria, con una ventaja del 34% sobre Harris, aunque experimentó una leve caída entre los votantes blancos con educación universitaria. Además, Trump disfrutó de un mayor respaldo entre los votantes jóvenes, especialmente la «Generación Z», aunque sufrió una ligera disminución entre los votantes mayores. Sus números también mejoraron entre las mujeres, un hecho sorprendente dado que su oponente, también mujer, centró su campaña en los derechos de las mujeres.
Dada la fluidez de la política estadounidense, queda por ver si esta coalición de votos perdurará más allá de 2024 y, por ejemplo, si ayudará al Partido Republicano (GOP) a mantener el control de la Cámara de Representantes en 2026 y a garantizar la elección de otro presidente republicano en 2028.
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¿Cómo ganó Trump?
En una época en la que «contar historias» (storytelling) coincide con «vender historias» (storyselling)[7], abundan en Estados Unidos las narrativas sobre cómo Trump logró ganar.
Para la mayoría de los politólogos, las elecciones presidenciales se reducen a la economía. Según los sondeos a pie de urna, la economía era la principal preocupación del 39% de los votantes[8]. Aunque muchos comentaristas sostenían antes de las elecciones que la economía bajo Biden estaba mejorando, una parte significativa del electorado no estaba de acuerdo[9]. En este contexto, Harris enfrentó una batalla cuesta arriba: tenía además el desafío adicional de desarrollar un mensaje convincente de insatisfacción con la economía sin criticar directamente al presidente Biden[10].
Además de la insatisfacción con la economía, otro factor decisivo fue el mencionado sentimiento anti-incumbente en Estados Unidos y en el mundo. El 2024 fue definido como un «año electoral», pero también como un año de hostilidad hacia quienes estaban en el poder, lo que se tradujo en la caída de gobiernos en varios países o en significativos reveses electorales. Este patrón ha sido característico de la política estadounidense en los últimos años, donde republicanos y demócratas se han alternado en el control de la Casa Blanca durante las últimas tres elecciones. Si el único mandato de Jimmy Carter (1977-1981) había sido durante un tiempo una excepción, desde entonces el último presidente en ganar dos mandatos consecutivos fue Barack Obama (2009-2017). Este sentimiento, por supuesto, también contribuyó a la victoria de Trump en 2016.
Además de la economía, la entrada tardía de Harris en la contienda significó que tuvo que construir una narrativa sobre quién era y cuál era el propósito de su campaña, después de haber perdido esa oportunidad a principios de 2024 y tras haber abandonado su campaña para las primarias presidenciales de 2020 en 2019. Su ingreso tardío se debió a Biden, quien se retiró de la competencia recién en julio de 2024. Muchos asumían que Biden no se presentaría para un segundo mandato, como él mismo había anunciado en 2020, pero luego no dio un paso al costado. Aunque finalmente una serie de eventos notables lo llevaron a retirarse, su decisión no fue lo suficientemente oportuna como para beneficiar a Harris, como señaló pocos días después de las elecciones Nancy Pelosi, ex presidenta de la Cámara y líder demócrata, en declaraciones al New York Times[11].
Para muchos observadores, la derrota de Harris demuestra que centrar su campaña en el aborto y otras cuestiones sociales no le fue favorable, ya que la posicionó más a la izquierda que muchos votantes. Al priorizar el aborto en su campaña, Harris esperaba atraer a las mujeres y movilizar a los votantes tras el fallo de la Corte Suprema de 2018 en el caso Dobbs contra Jackson Women’s Health Organization, que revocó la sentencia de 1973 en Roe contra Wade, rechazando la idea de que la Constitución de los Estados Unidos garantizara el derecho al aborto[12]. Por otro lado, el apoyo que recibió Trump no estuvo relacionado con los referéndums sobre el aborto. Como escribió Charlie Camosy en First Things: «El respaldo a Donald Trump y al Partido Republicano no se tradujo en victorias pro-vida. Trump ganó en Arizona, Misuri y Montana, pero los tres estados aprobaron cómodamente medidas a favor del aborto». En resumen, «Trump y el Partido Republicano llevaron a cabo una campaña pro-choice y obtuvieron una gran victoria»[13].
En cuanto a la candidatura de Trump, su imagen pública como una figura anti-establishment se alineó inevitablemente con el estado de ánimo de una decisiva pluralidad de votantes. A pesar de haber sido presidente por un mandato, en 2024 logró presentarse como un outsider. Como señaló un comentarista favorable a él: «Dos procesos de impeachment, constantes batallas legales e innumerables acusaciones penales, dos intentos de asesinato y un coro incesante de los medios más poderosos del país calificándolo de “fascista” no lograron detener a Trump. En medio de todas estas adversidades, Trump solo se fortaleció. Y ahora tiene el mandato simbólico, pero poderoso, de la mayoría del voto popular»[14].
No menos importante, en marzo de 2024, la Corte Suprema rechazó los argumentos según los cuales Trump no era elegible para postularse a un cargo público en virtud de la 14ª Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, en particular «donde el texto establece que ningún funcionario administrativo o judicial puede ocupar un cargo si ha participado en una insurrección»[15]. Esta decisión, que se enmarca en las consecuencias de la histórica violencia del 6 de enero de 2021 en Capitol Hill, mantuvo abierta la posibilidad de un segundo mandato de Trump[16].
Desde el punto de vista numérico, la victoria de Trump se produjo en un periodo de incertidumbre en la política estadounidense, en el que los votantes tienden a votar constantemente «en contra» de los incumbentes (los titulares) casi tanto como lo hacen «a favor» de cualquier alternativa. Sin embargo, se ha reconocido ampliamente que la coalición de Trump en 2024 es algo único. Las principales élites republicanas han intentado presentar al Partido Republicano (GOP) como el partido de los trabajadores, argumentando que los demócratas han abandonado a los votantes de la clase trabajadora, incluidas las minorías raciales y étnicas, en favor de la economía globalizada[17]. Si esto es así, dado el carácter de la política estadounidense, sigue siendo una incógnita si la administración Trump logrará resolver las tensiones entre su conocido respaldo al libre mercado y su supuesto compromiso con los trabajadores. De esta manera, la gran cuestión es si podrá transformar una coalición formada en parte como un voto contra el status quo en una base consolidada para algo nuevo.
El Congreso de los Estados Unidos y el nuevo equilibrio de poder
Las elecciones estadounidenses de noviembre también estaban destinadas a elegir a todos los miembros de la Cámara de Representantes, es decir, la cámara baja del Congreso, y a un tercio de los integrantes del Senado, la cámara alta. El equilibrio de poder resultante tiene importantes consecuencias para la agenda del presidente Trump: la Constitución de los Estados Unidos requiere que el Congreso y la Presidencia trabajen en estrecha colaboración, asignándoles roles distintos pero superpuestos en la política del país.
Antes de las elecciones, las cámaras estaban divididas: los demócratas controlaban la Cámara Alta, con una estrecha mayoría gracias al apoyo de miembros independientes (51 a 49), mientras que los republicanos tenían el control de la Cámara Baja (220 a 212, con 3 escaños vacantes). Después de las elecciones, los republicanos recuperaron el Senado con un margen ajustado (53 a 47) y mantuvieron el control de la Cámara (220 escaños). Es interesante destacar que Trump ganó en cuatro estados donde los republicanos perdieron las elecciones senatoriales: Arizona, Michigan, Nevada y Wisconsin[18].
El control republicano del Congreso probablemente facilitará la implementación de la agenda política de Trump. Recuperar el Senado era fundamental para uno de sus principales objetivos: nombrar jueces federales, especialmente para la Corte Suprema. Sin embargo, la cuestión clave será la unidad dentro del partido republicano. ¿Podrán trabajar juntos de manera cohesionada en cada cámara y entre ambas? ¿O se dividirán y fragmentarán por razones ideológicas? El riesgo de deserción es particularmente alto en la Cámara Baja, donde los republicanos tienen una mayoría muy estrecha y una historia de conflictos internos. Tal inestabilidad legislativa agravaría lo que probablemente ya sea una característica de la administración Trump: el amplio uso de órdenes y decretos ejecutivos en lugar de acciones legislativas aprobadas por el Congreso.
Un primer indicio de esto fue la elección del nuevo líder de la mayoría en el Senado, quien dirigirá a los republicanos en esta cámara y ejercerá una autoridad significativa sobre las operaciones cotidianas de la institución. El senador republicano Mitch McConnell, veterano legislador de Kentucky y líder de la mayoría en el Senado durante el primer mandato de Trump, tuvo muchos enfrentamientos con el presidente; por lo tanto, se asumía que el Partido Republicano optaría por alguien más cercano a él. Sin embargo, a pesar de que el presidente electo y varios de sus aliados respaldaron notoriamente a Rick Scott de Florida para el cargo, los republicanos eligieron al senador John Thune de Dakota del Sur. Thune es una figura más institucional que Scott y en el pasado no ha escatimado críticas hacia Trump; sin embargo, al ser elegido, declaró que esperaba con entusiasmo implementar las políticas trumpistas[19].
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¿Cómo será la administración Trump?
Una de las cuestiones más relevantes en el caso de la presidencia de Trump concierne a las políticas que adoptará. La plataforma republicana de 2024 era breve y carecía de detalles, y la campaña posterior hizo poco por aclarar aún más sus posiciones, salvo quizás en los dos temas principales de inmigración y aranceles. Por otro lado, Harris centró su campaña en el supuesto respaldo de su adversario al «Proyecto 2025», una plataforma política elaborada por un think tank estadounidense que Trump negó repetidamente. Además, muchos representantes de la derecha intelectual se mostraron entusiasmados ante la perspectiva de una agenda política «posliberal» impulsada por el candidato a vicepresidente de Trump, J.D. Vance. Entonces, ¿qué podemos esperar?
Como afirman muchos politólogos, «el personal es política»: las personas que Trump designe para ocupar posiciones clave dirán mucho sobre cómo planea gobernar. Hasta ahora, los candidatos propuestos por él han sido una combinación de fieles de su primera administración, algunos políticos experimentados y figuras públicas provocadoras. Este panorama ofrece señales contradictorias sobre la determinación de la futura administración para cumplir sus objetivos políticos[20]. Por ejemplo, el rápido «ascenso y caída» del excongresista Matt Gaetz, quien competía por el cargo de fiscal general, sugiere que la segunda administración Trump enfrentará las mismas dificultades que tuvo la primera al momento de integrar a sus representantes en el gobierno[21].
La principal prueba para la administración Trump será la economía. ¿Cómo influirá el cambio económico en su capacidad para gobernar? ¿De qué manera sus políticas impactarán la inflación y el aumento de precios de bienes básicos? En el ámbito fiscal, una de las principales leyes tributarias aprobadas durante el primer mandato de Trump, el Tax Cuts and Jobs Act de 2017, expirará en 2025. Renegociar esa legislación será un objetivo legislativo central de su segundo mandato. Aunque Trump anunció durante la campaña su deseo de extender los recortes fiscales, las negociaciones con el Congreso sobre dicha legislación representarán una prueba crucial sobre su capacidad para colaborar con el poder legislativo[22]. También será un punto clave para evaluar su compromiso con los votantes de la clase trabajadora, ya que permitirá ver si efectivamente planea ampliar y potencialmente reforzar el crédito fiscal por hijos dentro de la legislación.
La inmigración y la seguridad de las fronteras desempeñaron un papel importante en la campaña de Trump en 2024, durante la cual él abogó frecuentemente por «deportaciones masivas», ganándose el apoyo de los votantes, el 20% de los cuales identificaron este tema como su principal preocupación. Aunque los costos probablemente serán elevados, las preocupaciones humanitarias apremiantes y la oposición significativa, Trump casi con certeza actuará en línea con esas promesas[23]. Mientras tanto, el Congreso de los Estados Unidos lleva dos décadas sin aprobar una reforma importante de la política migratoria.
La administración de Trump, ¿abrazará la agenda política delineada en el «Proyecto 2025», la propuesta impulsada por el think tank activista Heritage Foundation[24]? En cierta medida, sí, ya que gran parte de este proyecto refleja un conservadurismo que será un rasgo innegable de su gobierno. Trump ya está recurriendo a algunos de los autores del Proyecto para realizar sus nombramientos. Algunas de las partes más controvertidas de dicho proyecto están relacionadas con su propuesta de reforma de la burocracia estadounidense. Trump, al igual que muchos presidentes, ha prometido limitar el poder de la burocracia y colocarla bajo su control directo, aunque queda por ver en qué términos, posiblemente polémicos, buscará interpretar el rol de «funcionario público». Una de sus primeras decisiones significativas fue nombrar a Elon Musk y Vivek Ramaswamy como sus plenipotenciarios para la burocracia.
Pero uno de los aspectos más enigmáticos de la segunda administración Trump será probablemente su política exterior, un tema de gran interés para los observadores internacionales, especialmente por el impacto que podría tener en los conflictos en curso en Ucrania y Medio Oriente. La política exterior suele ser una preocupación marginal en las elecciones presidenciales estadounidenses: según algunas encuestas, solo el 3% de los votantes la consideraron uno de los problemas principales. Lo que un candidato presidencial revela sobre su política exterior suele ser vago y está más enfocado en el mensaje que quiere transmitir al público interno que en cuestiones de fondo.
Los analistas no están de acuerdo en si Trump tiene una política exterior claramente definida. En la medida en que la tenga, se trata de una política no convencional que refleja su enfoque de «America First». Es razonable afirmar que considera insatisfactorio un orden internacional en el que Estados Unidos esté sobreexpuesto, involucrado en demasiados conflictos que le resultan desventajosos, y reciba poco apoyo de sus aliados tradicionales. Desde esta perspectiva, es probable que Trump insista en que la OTAN y la Unión Europea sean menos dependientes de Estados Unidos y que los conflictos prolongados se resuelvan rápidamente[25].
Cualesquiera que sean las decisiones y acciones futuras de Trump en estos ámbitos, su campaña ha confirmado la importancia de las elecciones normativas en la vida política de Estados Unidos. Mientras que Trump se ha posicionado con un discurso populista en contra de la «gobernanza de los expertos», también ha realizado muchas promesas sobre el estímulo económico, la creación de empleos estadounidenses y la reconstrucción de las infraestructuras del país, temas que son profundamente políticos. La «trampa política» (policy trap), identificada por académicos como Orren y Skowronek, pone de relieve la dificultad de los Estados modernos para cumplir las expectativas políticas que se generan durante las campañas electorales[26]. Trump no ha sido inmune a este desafío.
Los católicos estadounidenses
La mayoría de los católicos votaron por Trump, debido en gran parte a un cambio significativo entre los católicos hispanos. Según los datos preliminares, mientras que en 2020 los católicos latinoamericanos votaron en un 71% por Biden frente a un 28% por Trump, en 2024 los resultados se inclinaron hacia Trump, con un 53% frente a un 46%[27].
Los católicos probablemente desempeñarán un papel curioso en la administración Trump: él, que no es católico, sucede al católico Biden y lleva consigo como vicepresidente a J. D. Vance, quien en la historia de EEUU. es el segundo vicepresidente católico después de Biden, quien lo fue bajo Barack Obama. El papel de la vicepresidencia de los Estados Unidos es vago y ampliamente dependiente del presidente, por lo que la relevancia del catolicismo de Vance dependerá mucho de las decisiones de Trump. Lo que podría mantener el interés de los círculos católicos hacia él es su estatus de probable candidato presidencial en 2028[28]; si llegara a convertirse en un serio candidato a la presidencia, el debate sobre el papel del catolicismo en la vida pública de los Estados Unidos se vería considerablemente amplificado.
Existen grandes preocupaciones acerca de las políticas migratorias propuestas por Trump[29]. Por ejemplo, el Center for Migration Studies, un think tank de Nueva York y miembro del Scalabrini International Migration Network, publicó un informe que anticipa la probable «devastación de las deportaciones masivas tanto para los residentes irregulares como para sus familias y comunidades legalmente reconocidas» en caso de que se implementaran las políticas de deportación promulgadas por Trump, y habló de «una crisis moral, legal y de seguridad pública causada por el descontrol de las operaciones de búsqueda y captura masiva en todo el país»[30]. El obispo Mark Seitz, pastor de El Paso (Texas) y portavoz de los obispos sobre la política migratoria, declaró después de las elecciones que los obispos no permanecerán en silencio si se llevan a cabo deportaciones masivas[31].
Durante la campaña electoral, Trump y Vance expresaron además su apoyo a los fondos federales para la fertilización in vitro (FIV), lo que podría representar una fuente adicional de desacuerdo con la Iglesia estadounidense[32]. Ciertamente, los obispos se pronunciarán al respecto. Más en general, los cambios culturales en los Estados Unidos representan oportunidades y desafíos para la evangelización. El hecho mismo de que los católicos estadounidenses estén más que nunca carentes de una clara posición política debería llevar a algunos a cuestionar su adhesión a partidos políticos e ideologías, así como los lugares comunes que sirven de intermediarios entre su fe y la vida política y social. La extendida desconfianza en las instituciones también limitará la credibilidad de la Iglesia estadounidense, pero el deseo de pertenencia y de contacto con la verdad sigue siendo tan fuerte como nunca. Esta es la situación paradójica de gran parte de la vida moderna en los Estados Unidos, en la que la demanda generalizada de «destruirlo todo» nace de un profundo deseo de comunión con los demás[33]. Como siempre, los católicos tendrán la oportunidad de demostrar que su preocupación tiene raíces en el Evangelio, no en la reivindicación de influencia pública o de poder político… nace de la voluntad de testimoniar una verdad que no es una mera máscara del poder.
¿Qué le depara el futuro a la política estadounidense?
Si figuras tan diversas como Burke, Rousseau, Herder y Marx nos recuerdan que la resistencia a la modernidad liberal es prácticamente coextensiva con la modernidad a la que se opone, entonces el desafío de la política estadounidense comienza a parecer casi inalcanzable: ¿cómo transformar la extendida insatisfacción y alienación de la sociedad contemporánea en un programa positivo y proactivo para una reforma sostenible y un cambio significativo? A la luz de este desafío, Yuval Levin lanza una advertencia a los republicanos: «¡No confundan la victoria electoral con un mandato!». Él afirma: «Esta es la trampa en la que tienden a caer nuestros presidentes del siglo XXI. Ganaron las elecciones porque sus adversarios eran impopulares y luego, imaginando que el público aprobó el programa de los activistas de su partido, usan el poder de su cargo para hacerse impopulares. Por eso el público se movió a la izquierda en cuestiones clave durante el primer mandato de Trump, y a la derecha durante el de Biden. Los votantes en estas elecciones rechazaron los excesos y fracasos de la izquierda mucho más de lo que aprobaron la derecha o cualquier otra cosa»[34].
Queda mucho por descubrir sobre el futuro de los Estados Unidos. Y ciertamente el mundo observará cómo se desarrolla.
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Cf. Z. B. Wolf, «Trump’s win was real but not a landslide. Here’s where it ranks», en CNN Politics (www.edition.cnn.com/2024/11/09/politics/donald-trump-election-what-matters/index.html), 9 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. A. Chasen, «These are the battleground states that decided the 2024 election», en CBS News (www.cbsnews.com/news/battleground-states-2024-election), 9 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. P. Bump – L. Bronner, «What the numbers actually say about the 2024 election», en The Washington Post (www.washingtonpost.com/politics/2024/11/12/what-numbers-actually-say-about-2024-election), 12 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. M. C. Bender, «Why Was There a Broad Drop-Off in Democratic Turnout in 2024?», en The New York Times (www.nytimes.com/2024/11/11/us/politics/democrats-trump-harris-turnout.html), 11 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. D. Weigel, «Democratic turnout plummeted in 2024 – but only in safe states», en Semafor (www.semafor.com/article/11/15/2024/democratic-turnout-plummeted-in-2024-but-only-in-safe-states), 15 de noviembre de 2024; S. Kornaki, «Steve Kornacki: The key voter shifts that led to Trump’s battleground state sweep», en NBC News (www.nbcnews.com/politics/2024-election/steve-kornacki-trump-harris-battleground-state-sweep-rcna179991), 17 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. Z. B. Wolf – C. Merrill – W. Mullery, «Anatomy of three Trump elections: How Americans shifted in 2024 vs. 2020 and 2016», en CNN Politics (www.edition.cnn.com/interactive/2024/politics/2020-2016-exit-polls-2024-dg), 6 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. Byung-Chul Han, La crisis de la narración, Herder, 2023. ↑
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Cf. B. McGill – A. DeBarros – C. Ostroff, «How Different Groups Voted in the 2024 Election», en The Wall Street Journal (www.wsj.com/politics/elections/election-2024-voters-demographics-votecast-survey-5a21c604?mod=politics_lead_pos1), 11 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. A. Bhattarai – J. Stein, «Americans deliver message to Democratic Party: The economy isn’t working», en The Washington Post (www.washingtonpost.com/business/2024/11/09/democrats-election-economy-inflation-harris-biden/,https://edition.cnn.com/2024/11/06/economy/economy-trump-reelection/index.html), 9 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. M. Tomaski, «Why Does No One Understand the Real Reason Trump Won?», en The New Republic (www.newrepublic.com/post/188197/trump-media-information-landscape-fox), 8 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. R. J. Epstein, «Pelosi Laments Biden’s Late Exit and the Lack of an “Open Primary”», en The New York Times (www.nytimes.com/2024/11/08/us/politics/pelosi-harris-biden-open-primary.html), 8 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. A. M. Ollstein – M. Messerly, «Harris hoped to ride abortion to another post-Dobbs Democratic victory. It didn’t work», en Politico (www.politico.com/news/2024/11/06/aborto-trump-2024-00187825), 6 de noviembre de 2024. ↑
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C. C. Camosy, «Mixed Pro-Life News and Lessons from Election Night», en First Things (www.firstthings.com/web-exclusives/2024/11/mixed-pro-life-news-and-lessons-from-election-night), 8 de noviembre de 2024. ↑
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D. McCarthy, «The Trump Mandate», en The American Conservative (www.theamericanconservative.com/the-trump-mandate), 6 de noviembre de 2024. ↑
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S. Bomboy, «Explaining Donald Trump’s 14th Amendment case at the Supreme Court», en National Constitution Center (www.constitutioncenter.org/blog/explaining-donald-trumps-14th-amendment-case-at-the-supreme-court), 5 de febrero de 2024. ↑
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Cf. Supreme Court of the United States, no. 23-719, 4 de marzo de 2024 (www.supremecourt.gov/DocketPDF/23/23-719/302207/20240304160737577_EFILING%2023-719%20MANDATE%20Revd%20COSTI%20Colo.%20Sup.%20Ct.%203.4.pdf). ↑
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Cf. M. Barone, «Trump gains among nonwhite people: Historical precedents and possible harbinger», en Washington Examiner (www.washingtonexaminer.com/opinion/columnists/3234871/donald-trump-gains-nonwhite-people-historical-precedents-possible-harbinger), 19 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. G. Skelley, «How Democrats won Senate seats in states that Trump carried», en ABC News (www.abcnews.go.com/538/democrats-won-senate-seats-states-trump-carried/story?id=115733824), 11 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. U. Perano – A. Adragna – K. Tully-McManus, «GOP senators brush off concerns about Thune’s relationship with Trump», en Politico (www.politico.com/news/2024/11/13/thunes-trump-gop-00189473), 13 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. S. Collinson, «Trump’s emerging team of loyalists is primed for a fast start in his second term», en CNN Politics (www.edition.cnn.com/2024/11/12/politics/trump-team-loyalists-analysis/index.html,https://www.wsj.com/opinion/behind-trumps-mike-pompeo-ban-haley-don-jr-vance-2028-f056585e), 12 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. J. Sheerin, «The rise and fall of Matt Gaetz in eight wild days», en BBC News (www.bbc.com/news/articles/c99r2m4y2zro), 22 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. T. Luhby – K. Lobosco, «Here’s what Harris and Trump are proposing for the economy», en CNN News 2024 (www.edition.cnn.com/2024/10/27/politics/economy-harris-trump-proposals-taxes/index.html), 28 de octubre de 2024. ↑
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Cf. C. Johnson, «Trump win opens door to major shift in US immigration policies», en Roll Call (www.rollcall.com/2024/11/06/trump-win-opens-door-to-major-shift-in-us-immigration-policies), 6 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. P. Dans – S. Groves (edd.), Mandate for Leadership. The Conservative Promise, Washington, The Heritage Foundation, 2023 (www.static.project2025.org/2025_MandateForLeadership_FULL.pdf). ↑
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Cf. President Trump, Foreign Policy (www.trumpwhitehouse.archives.gov/issues/foreign-policy). ↑
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Cf. K. Orren – S. Skowronek, The Policy State: An American Predicament, Cambridge, MA, Harvard University Press, 2017. ↑
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Cf. Election Day in America. Election 2024: Exit Polls (www.edition.cnn.com/election/2024/exit-polls/national-results/general/president/0) ↑
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Cf. S. P. White, «Has Trump Made the Catholic Vote Matter Again?», en National Review (www.nationalreview.com/2024/11/has-trump-made-the-catholic-vote-matter-again), 20 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. J. Lavenburg, «On presidential election result, American bishops emphasize longtime pastoral priorities», en Crux (www.cruxnow.com/church-in-the-usa/2024/11/on-presidential-election-result-american-bishops-emphasize-longtime-pastoral-priorities), 13 de noviembre de 2024. ↑
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M. Lisiecki – G. Apruzzese, «Proposed 2024 Mass Deportation Program Would Socially and Economically Devastate American Families» (www.cmsny.org/publications/2024-mass-deportation-program-devastate-american-families-101024). ↑
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Cf. J. Lavenburg, «On presidential election result…», cit. ↑
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Cf. J. Flynn, «The USCCB’s JD problem», en The Pillar (www.pillarcatholic.com/p/the-usccbs-jd-problem), 8 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. J. Liedl, «How Trump’s Win Could Impact the US Bishops’ Agenda», en National Catholic Register (www.ncregister.com/news/trump-s-2024-win-and-us-bishops-agenda), 7 de noviembre de 2024. ↑
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Cf. Y. Levin, «What Trump’s Win Doesn’t Mean», en The Dispatch (www.thedispatch.com/article/what-trumps-win-doesnt-mean), 11 de noviembre de 2024. ↑
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