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Caminar juntos

El pueblo que Dios ama en Nicaragua

Protestas antigubernamentales en las calles de Managua en 2018 (Foto: El arzobispo/Wikipedia).

En diciembre de 2024, el papa Francisco expresó su cercanía al pueblo nicaragüense, escribiendo: «La Madre de Dios no cesa de interceder por ustedes, y nosotros no dejamos de pedirle a Jesús que los tenga siempre de su mano»[1]. Ese país, que al igual que muchas otras naciones latinoamericanas ha vivido períodos de colonización y evangelización, de revolución e independencia, de división interna y de desigualdad, hoy se enfrenta a la pobreza, la inestabilidad social y el aislamiento internacional.

De hecho, Nicaragua ha alcanzado de algún modo un hito: en 2025 está más alejado de la Revolución decisiva de 1979 de lo que ese año crucial lo estaba de la instauración del gobierno de Somoza (1936), al que derrocó. Por lo tanto, es un momento propicio para reflexionar sobre el progreso de la nación.

El contexto histórico

La historia de la República de Nicaragua es larga y variada. Sus notables riquezas naturales, su tierra fértil y su envidiable posición entre el mar Caribe y el océano Pacífico la han convertido durante mucho tiempo en un cruce de caminos en América, y aún hoy se caracteriza por la diversidad de pueblos, culturas y lenguas. A pesar de la actual pobreza económica, la cultura nicaragüense refleja los frutos de muchas influencias, entre ellas la de los pueblos indígenas nahuas, la mestiza, la herencia colonial española y la anglo-caribeña.

El desembarco de Cristóbal Colón en la costa caribeña, en 1502, anunciaba siglos de colonización europea; en 1524, los españoles establecieron su presencia con los presidios, que hoy son dos de las principales ciudades de Nicaragua: Granada y León. Los tres siglos de colonización española terminaron en 1821, cuando Nicaragua alcanzó la independencia junto con los demás Estados de América Central. Tras dos años bajo el control del Imperio Mexicano, Nicaragua fue miembro constituyente de la República Federal de Centroamérica, para luego convertirse, en 1838, en una República independiente. Desde entonces, los países de América Central han continuado buscando la unidad y la cooperación, que hoy se expresan en los objetivos del Sistema de la Integración Centroamericana, conocido por su acrónimo en español SICA.

Para Nicaragua, como para gran parte de América Latina, el siglo XIX estuvo marcado por el conflicto entre facciones elitistas, a menudo etiquetadas genéricamente como «liberales» y «conservadoras», pero que en realidad representaban grupos de interés que competían por el control político y económico del país. Estas facciones se enfrentaban en cuestiones políticas y sociales como la igualdad y la democracia, el capitalismo, el papel de la Iglesia católica y, más adelante, las relaciones con Estados Unidos, mientras que la mayor parte de la población seguía siendo rural, pobre y sin acceso a la educación. En ese período, también tuvo lugar la cesión, en 1860, por parte del Reino Unido de sus posesiones en la costa caribeña, la Mosquitia, a Nicaragua.

El siglo XIX concluyó con las reformas del presidente José Santos Zelaya (1853-1919), pero al mismo tiempo aumentaron los esfuerzos europeos y estadounidenses por construir un canal a través de América Central, lo que influiría significativamente en los flujos comerciales de la región. El presidente Zelaya se vio obligado a abandonar el poder debido a fuerzas respaldadas por Estados Unidos. Los años siguientes estuvieron marcados por una sucesión de gobiernos de corta duración, hasta que en 1912 Adolfo Díaz asumió el poder con la ayuda de tropas estadounidenses. Aunque la presencia militar estadounidense terminó en 1933, el apoyo de EE.UU. fue fundamental para el gobierno del Partido Liberal Nacionalista (1936-1979), controlado por la familia Somoza y sus aliados. Como han señalado muchos analistas, Nicaragua desempeñó un papel clave en la política estadounidense durante la Guerra Fría, ya que se consideraba, junto con Cuba, un posible punto de entrada de la Unión Soviética en América[2].

Si bien Somoza enfrentó resistencia durante todo su mandato, la oposición se fortaleció en la década de 1970 debido a una serie de acontecimientos, entre ellos la desastrosa respuesta del régimen al histórico terremoto de 1972 y el asesinato en Managua, en 1978, de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, un reconocido periodista opositor a Somoza. La percepción generalizada de que el régimen somocista no era ajeno a esa muerte desató disturbios en las calles de Managua[3].

Entre los muchos grupos de resistencia que estuvieron activos durante décadas en Nicaragua, quizás ninguno operó de manera tan vigorosa y cohesionada como el Frente Sandinista de Liberación Nacional (conocido por su acrónimo FSLN), inspirado en las actividades de resistencia antiestadounidense de Augusto César Sandino (1895-1934) en los últimos años de la ocupación estadounidense. El FSLN organizó campañas de guerrilla a gran escala en todo el país y, en 1978, tomó el edificio de la Asamblea Nacional, manteniendo de facto como rehenes a los legisladores. Esto derivó en negociaciones, mediadas por la Organización de los Estados Americanos (OEA), entre el FSLN y el régimen, que sin embargo fracasaron cuando los negociadores sandinistas se convencieron de que los representantes de Somoza no estaban negociando de buena fe. Al final de ese período, los Somoza quedaron aislados del resto del mundo y sin el apoyo de Estados Unidos.

Finalmente, el 17 de julio de 1979, el último presidente Somoza, Anastasio Somoza Debayle (1925-1980), renunció después de que el FSLN pusiera Managua bajo asedio. Este desenlace de la Revolución fue recibido con entusiasmo por la mayoría de los nicaragüenses y por varios sectores activos de la sociedad civil, incluida la Iglesia católica.

Nicaragua hoy

De 1979 a 1985, Nicaragua fue gobernada por la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, una coalición que reflejaba la diversidad de los partidos que habían participado en la Revolución. En este gobierno, el FSLN compartía el poder con otros líderes de derecha e izquierda. La Junta estaba encabezada por José Daniel Ortega Saavedra (1945-), comúnmente conocido como Daniel Ortega. Este se convirtió en líder del FSLN, en gran parte por su habilidad para construir alianzas pragmáticas con otros actores políticos que habían contribuido al triunfo de la Revolución de 1979, y desde entonces ha estado en el centro de la política nicaragüense.

La Junta debió enfrentar los desastres económicos y sociales causados por décadas de guerra civil, así como las crecientes fuerzas de resistencia al gobierno sandinista, conocidas como los «Contras». La mayoría de los miembros que no pertenecían al FSLN abandonaron la Junta antes de 1981, lo que consolidó el control sandinista sobre el ejecutivo nacional. La Junta impulsó proyectos de redistribución de tierras a gran escala, servicios sociales y el traslado forzado de población indígena. Gran parte de su labor gubernamental se vio favorecida por el prolongado estado de emergencia, que le permitió mantener a raya a la oposición y limitar los procesos democráticos[4].

El FSLN aceptó convocar elecciones en 1984. Estas fueron consideradas libres y justas por la mayoría de los observadores, con la importante excepción de la administración del presidente estadounidense Ronald Reagan[5]. Tras ganar las elecciones, Ortega asumió su primer mandato presidencial (1985-1990), durante el cual continuó muchas de las políticas iniciadas por la Junta y buscó poner fin al conflicto con los Contras.

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El año 1990 fue un punto crucial en la historia de Nicaragua, pues marcó la primera transición democrática y pacífica del poder, cuando Violeta Barrios de Chamorro (1929-) derrotó a Ortega en las elecciones presidenciales, aprovechando el descontento con las políticas del FSLN y el deseo de poner fin a la guerra civil. Reconociendo el resultado electoral, Ortega declaró: «Creo que en este momento histórico el principal aporte que nosotros, los sandinistas, los revolucionarios nicaragüenses, podemos dar al pueblo nicaragüense es garantizar un proceso electoral transparente y limpio, que encienda nuestras conciencias»[6].

Este reconocimiento fue quizás el legado más significativo del FSLN y de la Revolución. Así lo consideraba Mateo Jarquín, profesor de la Chapman University (Estados Unidos), cuando afirmaba en un correo electrónico a La Civiltà Cattolica: «Si bien la Revolución, debido a factores tanto externos como internos, no logró erradicar la pobreza y las desigualdades, en 1979 consiguió poner fin al régimen dictatorial familiar y en 1990 sentó las bases para el pluralismo electoral».

El significado de la victoria electoral de Chamorro en 1990 se veía acentuado por las características particulares de su figura. De hecho, era la viuda de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, cuya misión había continuado al sucederle en la dirección de su periódico, La Prensa. Había formado parte de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, pero la abandonó en menos de un año, luchando contra la dictadura sin alinearse con el FSLN, lo que demostraba que la resistencia contra la dictadura de la familia Somoza y el apoyo a un Nicaragua democrático tenían una base más amplia que la de los sandinistas.

Como presidenta, Chamorro contribuyó a poner fin al conflicto con los Contras, impulsó un sólido proceso de reforma constitucional e inauguró una era de elecciones libres e independientes, como las de 1996 y 2001, así como las de 2006, que marcaron el regreso al poder de Ortega.

La presidencia de Ortega

Daniel Ortega, de 79 años, es presidente de Nicaragua desde 2007. Ganó las elecciones de 2006 con poco más del 38% del voto popular nacional, es decir, un porcentaje inferior al 42% que había obtenido en 2001. Por otro lado, el PLC, que había ganado las elecciones de 2001 con aproximadamente el 56% de los votos, se presentó dividido en las elecciones de 2006 en dos facciones: el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) y la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN), obteniendo en conjunto cerca del 55% de los votos. Finalmente, el Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), un grupo de ex sandinistas descontentos con el FSLN, obtuvo en 2006 poco menos del 6,5% de los votos. Estos resultados evidenciaron el colapso de un sistema político partidista efectivo, y las elecciones nacionales posteriores estuvieron marcadas por acusaciones explícitas de fraude e irregularidades.

Ortega ha sido dirigente del FSLN desde la década de 1970 y ha ocupado el cargo de secretario general del partido desde 1991. A lo largo de este extenso período, muchas de sus convicciones, actitudes y políticas han cambiado, alejándose en varias ocasiones de las estrategias del FSLN de los años 60 y 70. Por ello, muchos han denominado su enfoque como «orteguismo» en lugar de «sandinismo»[7].

El término «orteguismo» alude a la personalización del poder del FSLN en torno a la familia Ortega. También refleja, como sostiene Mateo Jarquín, las reformas impulsadas por el gobierno de Ortega desde 2007, en línea con «la economía política neoliberal establecida por los gobiernos de derecha de los años noventa y principios de los dos mil». Dentro de este giro hacia la derecha, escribe Jarquín, el FSLN «ha adoptado políticas sociales conservadoras y ha establecido sorprendentes alianzas con actores que en los años ochenta los sandinistas consideraban contrarrevolucionarios, es decir, la élite empresarial y la Iglesia católica».

Además, bajo el orteguismo, el FSLN ha cambiado su actitud respecto a la competencia electoral y la consolidación del régimen, priorizando generalmente esta última. La administración de Ortega ha modificado significativamente la Constitución nicaragüense para afianzar su poder. Originalmente, la Constitución no permitía que los presidentes cumplieran mandatos consecutivos, pero en 2009 el gobierno obtuvo una sentencia judicial que declaraba «inaplicable» esta disposición, allanando el camino para la reelección de Ortega en 2011. Entre las reformas constitucionales aprobadas en 2014 por la Asamblea Nacional destacan la reelección indefinida de los gobernantes, la posibilidad de elegir al presidente en primera vuelta con mayoría de votos y la autoridad conferida a Ortega para emitir decretos con fuerza de ley y mantener a los funcionarios públicos en sus cargos por tiempo indefinido[8].

En 2024, la administración de Ortega propuso otro importante paquete de reformas constitucionales para introducir una serie de cambios radicales, que entraron en vigor en febrero de 2025. Estas reformas consolidan los poderes de las tres ramas del gobierno en una doble presidencia, amplían el mandato presidencial de cinco a seis años y restringen aún más los derechos y libertades civiles[9]. La presidencia reformada estaría a cargo de dos copresidentes: Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. Esta última, quien ha sido primera dama desde 2007 y vicepresidenta desde 2017, es pariente de Sandino y la principal portavoz del régimen.

Nicaragua ya tiene el gobierno más autoritario de Centroamérica, y estos cambios refuerzan aún más esa condición. La actual consolidación del poder supera significativamente la que tuvo la Junta de Gobierno, aunque el gobierno de Ortega no enfrenta ninguna resistencia armada. En cambio, ha logrado cooptar fuerzas políticas, sociales y económicas para prolongar la permanencia del régimen. ¿Por qué entonces estas reformas?[10]

Si bien los partidarios del régimen argumentan que estas medidas de consolidación son la mejor esperanza para el país de preservar los logros de 1979, afirmando que Nicaragua es un «Estado revolucionario», estas reformas se implementan a expensas de la democracia. Por ejemplo, la calificación democrática de Nicaragua según Freedom House cayó de 46 a 17 entre 2017 y 2024, pasando de «parcialmente libre» a «no libre». Según Freedom House: «En 2006, la elección del líder sandinista Daniel Ortega marcó el inicio de un período de desmantelamiento de la democracia, caracterizado por la concentración de todos los ámbitos del poder bajo el control de su partido, la restricción de las libertades fundamentales y una corrupción gubernamental descontrolada»[11].

Volviendo al análisis histórico anterior, los mayores logros del FSLN han sido, sin duda, el derrocamiento del régimen represivo de Somoza y la transición pacífica del poder en 1990.

Oportunidades y desafíos

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En el siglo XXI, Nicaragua enfrenta numerosos desafíos, muchos de los cuales han servido para justificar las reformas constitucionales mencionadas anteriormente. Desde el punto de vista económico, es uno de los países más pobres de América, solo superado por Haití. Su continua dependencia de la agricultura y de las remesas del extranjero refleja el subdesarrollo de su economía. Las desigualdades económicas, que bajo el régimen de Somoza fueron una de las principales causas de la Revolución de 1979, continúan afectando a Nicaragua 46 años después. Su coeficiente de Gini[12] en 2014, el año más reciente con datos disponibles, era de 46,2, lo que el Banco Mundial clasifica como «alto»[13]. Sin embargo, según algunas fuentes, tanto la inflación como el desempleo en Nicaragua han alcanzado mínimos históricos[14].

La corrupción es un problema recurrente en los gobiernos controlados por una familia y un partido político. En 2023, Transparency International clasificó a Nicaragua en el puesto 172 de 180 países en materia de corrupción[15]. Con un puntaje de 17 sobre 100, uno de los problemas más graves del país es «la cooptación generalizada de jueces y fiscales por parte de las élites políticas», lo que ha generado «una impunidad extendida y una total falta de independencia del poder judicial»[16].

Otro problema urgente en Nicaragua es la emigración, una crisis crónica en toda Centroamérica pero exacerbada en el país por la inestabilidad social. Aunque la emigración permite un flujo de remesas que en 2024 alcanzó un nivel récord, gran parte de ella es resultado de los disturbios sociales, que han forzado al exilio o al asilo a muchas personas[17]. Según algunos informes, en el transcurso de 2024, aproximadamente 100.000 nicaragüenses abandonaron el país, una cifra significativa para una nación de unos 6,4 millones de habitantes. Desde 2017, el número de emigrantes nicaragüenses se ha más que duplicado, pasando de 658.203 a 1.519.043[18]. Este masivo éxodo de personas tiene costos elevados tanto para el país como para las familias, así como para los barrios y ciudades que dejan atrás. Si bien el derecho a emigrar está reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos, también debe reconocerse que la emigración forzada es una tragedia[19].

Es particularmente relevante el éxodo de los periodistas. Una prensa libre es fundamental para las funciones vitales de la democracia, ya que desempeña un papel insustituible al «informar a los ciudadanos sobre los éxitos y fracasos de sus dirigentes, transmitir las necesidades y deseos de la gente a los órganos de gobierno y garantizar un espacio vital para el libre intercambio de información e ideas»[20]. Estas son funciones que los medios patrocinados por el gobierno no pueden sustituir, y sin embargo, «son prácticamente inexistentes debido a la represión de la oposición, las organizaciones de la sociedad civil y la prensa independiente por parte del régimen de Ortega»[21]. En 2024, 46 periodistas fueron obligados a abandonar Nicaragua, y desde 2018 los periodistas exiliados suman un total de 283[22]. Además, en 2024 al menos cuatro periodistas fueron arrestados, entre ellos la activista Fabiola Tercero Castro, quien ha estado desaparecida desde el 12 de julio de 2024[23].

Un país descontento

Desde 2014, Nicaragua ha estado desgarrada por disturbios sociales. En un país ya agotado por décadas de resistencia desde los años ochenta, este fenómeno representa algo nuevo. En 2014 surgieron protestas en respuesta a la propuesta de un proyecto de canal nicaragüense financiado por inversores chinos: una reacción social que, según muchos analistas, se transformó en una insatisfacción general hacia el gobierno. En abril de 2018, Managua fue escenario de extensas marchas de protesta por los cambios en la seguridad social y los impuestos, así como por los desastres ambientales. El gobierno de Ortega respondió de manera decisiva a estas manifestaciones, provocando muchas muertes[24].

La represión de la sociedad civil nicaragüense afecta a muchos aspectos de la vida. Como ya hemos mencionado, la prensa independiente ha sido silenciada u obligada a exiliarse, sobre todo en Costa Rica y Estados Unidos. Además, según un informe publicado por un grupo de expertos bajo los auspicios del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, «entre 2021 y 2024, al menos 37 universidades e institutos de enseñanza superior – la mayoría de los cuales son conocidos por apoyar a movimientos sociales – vieron revocada su personalidad jurídica en virtud de sanciones administrativas»[25]. A muchas de ellas se les confiscaron sus propiedades, que posteriormente fueron asignadas a escuelas estatales. Amnistía Internacional informó de que los indígenas, de quienes a menudo se sospechaba que habían ayudado a los Contras después de la Revolución, se vieron especialmente afectados por la reciente represión[26].

Estos disturbios también han afectado a la Iglesia católica, que es uno de los principales organismos sociales de la sociedad civil nicaragüense. Desde 1979, el FSLN ha intentado de diversas formas ganarse el apoyo de la Iglesia local y limitar su influencia. Bajo la Junta y la primera presidencia de Ortega, por ejemplo, cuatro sacerdotes católicos formaron parte del gobierno[27]. De vuelta al poder en 2007, Ortega buscó un acuerdo con el entonces arzobispo de Managua, el cardenal salesiano Miguel Obando y Bravo (1926-2018), mediante políticas sociales acordes con la doctrina de la Iglesia. Sin embargo, en los últimos años, el gobierno ha acusado a la Iglesia de favorecer a los manifestantes y a la conflictividad social y de promover la discordia. Según Crux, «la Iglesia católica ha sido continuamente atacada por el régimen de Ortega desde las protestas masivas de 2018. […] Entre 2018 y 2024, el gobierno arrestó al menos a 74 religiosos. La mayoría de ellos son sacerdotes. Sesenta y tres fueron liberados y enviados al exilio. A 35 se les ha revocado la nacionalidad. Cuatro obispos católicos se han exiliado»[28].

El gobierno suspendió las relaciones diplomáticas con la Santa Sede en marzo de 2023, tras haber expulsado al nuncio apostólico un año antes, en marzo de 2022[29]. No obstante, la Santa Sede y el Papa Francisco han expresado en repetidas ocasiones su voluntad de mantener relaciones diplomáticas formales con la República de Nicaragua y de ponerse a disposición de todos para mediar por la paz.

El futuro

La Revolución Nicaragüense de 1979 prometió un país más democrático y próspero. ¿Qué factores, en el futuro, permitirán al pueblo nicaragüense alcanzar estos objetivos? Está en juego, sobre todo, la sucesión de la dinastía Ortega. ¿Pasará el poder pacíficamente de Daniel Ortega a Rosario Murillo? ¿Y después a su hijo, Laureano Ortega? El traspaso del poder es un asunto delicado para cualquier régimen, más aún cuando debe mantenerse en el seno de una familia, como nos recuerda el ejemplo de los Somoza.

Otros dos factores están íntimamente ligados: la democracia y la estabilidad social. El desarrollo humano integral del pueblo nicaragüense requiere la puesta en práctica de una auténtica solidaridad y subsidiariedad y la protección de los derechos humanos.

Una variable clave e impredecible para muchos fenómenos geopolíticos en los próximos años es el segundo mandato del presidente estadounidense Donald Trump. Éste ya ha mostrado cierta disposición a actuar contra el Gobierno de Ortega con la Nicaragua Investment Conditionality Act (NICA). A pesar de las diferencias ideológicas, Estados Unidos es uno de los principales socios comerciales de Nicaragua y, si extendiera la NICA a otras sanciones económicas de amplio alcance contra Nicaragua o renegociara el Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana y Centroamérica (CAFTA-DR), al igual que ha mostrado su intención de renegociar el Acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá (USCMA), esto supondría una presión considerable para la economía nicaragüense[30]. El nuevo secretario de Estado de Trump, Marco Rubio, había criticado al Gobierno de Ortega en el pasado y recientemente vinculó a Nicaragua con lo que denominó la «crisis migratoria» estadounidense, una de las principales preocupaciones de la Administración Trump[31].

En el contexto de estos desafíos, el Papa Francisco afirmó que «no hay verdadera paz si no viene garantizada también la libertad religiosa, que implica el respeto a la conciencia de los individuos y a la posibilidad de manifestar públicamente la propia fe y pertenencia a una comunidad»[32]. Sólo garantizando estos derechos los nicaragüenses podrán «caminar juntos» hacia la paz, la justicia, la prosperidad y la ayuda a los más vulnerables.

  1. Francisco, Carta al pueblo de Dios que peregrina en Nicaragua con ocasión de la celebración de la Novena de la Inmaculada Concepción, 2 de diciembre de 2024, en https://www.vatican.va/content/francesco/es/letters/2024/documents/20241202-lettera-popolo-nicaragua.html

  2. Cf. M. Jarquín, The Sandinista Revolution: A Global Latin American History, Chapel Hill, NC, University of North Carolina Press, 2024; R. Kagan, A Twilight Struggle, New York, The Free Press, 1996.

  3. Cf. el Decreto n. 813 de la Asamblea Nacional de Nicaragua (https://tinyurl.com/4xenfzy2).

  4. Cf. J. Gould, «Nicaragua: una reflexión histórica», en Agenda Pública (www.agendapublica.es/noticia/14202/nicaragua-reflexion-historica), 10 de junio de 2019.

  5. Cf. «1984: Sandinistas claim election victory», en BBC News (www.news.bbc.co.uk/onthisday/hi/dates/stories/november/5/newsid_2538000/2538379.stm).

  6. R. Boudreaux, «Chamorro Wins in Nicaragua: Ortega Says He Will Accept Foe’s Popular Mandate», en Los Angeles Times (www.latimes.com/archives/la-xpm-1990-02-27-mn-1312-story.html), 27 de febrero 1990.

  7. Quien se ha detenido a analizar esta distinción es Óscar Arias Sánchez, ex Presidente de Costa Rica, en su discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz de 1987 (www.nobelprize.org/prizes/peace/1987/ceremony-speech).

  8. Cf. «Así destruyeron Ortega y Murillo la Constitución Política de Nicaragua», en Confidencial (https://tinyurl.com/3b5d3s35), 23 de noviembre de 2024.

  9. Cf. E. Campos Lima, «Radical changes to Nicaraguan Constitution are a blow to Catholic Church», en Crux (www.cruxnow.com/church-in-the-americas/2024/11/radical-changes-to-nicaraguan-constitution-are-a-blow-to-catholic-church), 29 de noviembre de 2024.

  10. Cf. S. Prado, «Nicaragua: A 21st-Century Return to Absolutism», en Confidencial (www.confidencial.digital/english/nicaragua-a-21st-century-return-to-absolutism), 13 de enero de 2025.

  11. «Freedom in the World 2024», en Freedom House (www.freedomhouse.org/country/nicaragua/freedom-world/2024).

  12. El coeficiente o índice de Gini, introducido por el estadístico italiano Corrado Gini (1884-1965), es una herramienta para calcular la desigualdad de ingresos y la desigual distribución de la riqueza dentro de un sistema social.

  13. Cf. World Bank Group, «Gini Index – Nicaragua» (www.data.worldbank.org/indicator/SI.POV.GINI?locations=NI), 1993-2014.

  14. Cf. International Monetary Fund, «Nicaragua Datasets» (www.imf.org/external/datamapper/profile/NIC).

  15. Cf. «Corruption Perceptions Index», Transparency International (www.transparency.org/en/cpi/2023/index/nic), 2023.

  16. L. Torchiaro, «Cpi 2023 for the Americas: Lack of Independent Judiciary Hinders the Fight Against Corruption», en Transparency International (www.transparency.org/en/news/cpi-2023-americas-lack-independent-judiciary-hinders-fight-against-corruption), 30 de enero de 2024.

  17. Cf. «Nicaragua Remittances», en Trading Economics (https://tinyurl.com/yvwavbyu), 2024.

  18. Cf. C. Regidor, «Casi 100.000 nicaragüenses emigraron en 2024», en Confidencial (www.confidencial.digital/nacion/casi-100-000-nicaraguenses-emigraron-en-2024/), 27 de diciembre de 2024.

  19. Cf. Declaración universal de los derechos humanos (https://tinyurl.com/2hkwcp3f).

  20. «Media Freedom», en Freedom House (www.freedomhouse.org/issues/media-freedom).

  21. «Nicaragua», Reporters Without Borders (www.rsf.org/en/country/Nicaragua).

  22. Cf. AFP, «46 Nicaraguan Journalists Forced Into Exile In 2024, NGO Says», en Barron’s (https://tinyurl.com/yhde9ru5), 13 de enero de 2025.

  23. Cf. A. Romeu, «Nicaragua’s continued attack on journalism: where is Fabiola Tercero?», en Reporters Without Borders (www.rsf.org/it/nicaragua-s-continued-attack-journalism-where-fabiola-tercero), 18 de septiembre de 2024.

  24. Cf. «IACHR Updates Death Toll Records of Human Rights Crisis that Started in April 2018 in Nicaragua», en Jachr (www.oas.org/en/iachr/jsForm/?File=/en/iachr/media_center/preleases/2021/302.asp), 15 de noviembre de 2021. Así describe Freedom House tales sucesos: «En 2018, las fuerzas del Estado, con la ayuda de grupos armados progubernamentales, respondieron a un movimiento antigubernamental masivo con violencia y represión. Cuando el gobierno actuó para reprimir el movimiento, el Estado de derecho se derrumbó y los observadores preocupados por los derechos denunciaron asesinatos, detenciones extrajudiciales, desapariciones y torturas. Desde entonces, el régimen de Ortega ha consolidado su poder, aumentando la vigilancia, restringiendo la libertad de prensa, deteniendo a opositores políticos y enviando al exilio a las voces que se le oponen».

  25. United Nations, «Nicaragua: Alarming erosion of freedom and academic autonomy» (www.news.un.org/en/story/2024/11/1156741), 8 de noviembre de 2024.

  26. Cf. Amnesty International, «Nicaragua 2023», (https://tinyurl.com/ubyz254h).

  27. Cf. B. Van Dyck, «Ortega and the Church: A Cautionary Tale», en Public Discourse (www.thepublicdiscourse.com/2023/10/91597), 30 de octubre de 2023.

  28. E. Campos Lima, «Radical changes to Nicaraguan Constitution are a blow to Catholic Church», en Crux (https://tinyurl.com/5y7xdawm), 29 de noviembre de 2024.

  29. Cf. «Ritiro del gradimento al nunzio in Nicaragua. Santa Sede: misura incomprensibile», en Vatican News (www.vaticannews.va/it/vaticano/news/2022-03/ritiro-gradimento-nunzio-nicaragua-comunicato-santa-sede.html), 12 de marzo de 2022.

  30. Cf. S. K. O’Neil – J. Huesa, «Trump and the Future of the USMCA», en Council on Foreign Relations (www.cfr.org/expert-brief/trump-and-future-usmca), 17 de enero de 2025.

  31. Cf. J. Arocho Esteves, «World must hold Nicaraguan leader accountable, Sen. Rubio says», en Angelus (www.angelusnews.com/news/nation/rubio-nicaragua-response), 11 de enero de 2024.

  32. Francisco, Discurso a los miembros del Cuerpo diplomático acreditado en la Santa Sede para la bendición y los deseos del año nuevo (https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2025/january/documents/20250109-corpo-diplomatico.html), 9 de enero de 2025.

William McCormick
Es licenciado en ciencias políticas por la Universidad de Chicago, máster y doctorado en ciencias políticas por la Universidad de Texas en Austin, máster en filosofía por la Universidad de Fordham y máster en divinidad por el Regis College y la Universidad de Toronto. Actualmente es profesor asociado del Departamento de ciencias políticas de la Saint Louis University.

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